Ya había llegado semana santa y la idea de organizar una salida de la ciudad era previsible. En ese entonces todavía andaba con el Portuloco y éste puso en la mesa la propuesta de ir con un grupo de sus amigos a acampar a Veracruz. Acepté. De saber lo que nos esperaba...
La idea era acampar en un lugar especialmente diseñado para tales efectos, cuya publicidad habíamos visto por Internet y por ese medio, hicimos las reservaciones pertinentes. Si bien íbamos a acampar, buscamos lugar con alberca (aunque suene naco, hasta con tobogán), baños (muy importante porque eso de hacer todo en la naturaleza me conflictua severamente) e incluso había cabañas por si nos arrepentíamos de la idea de acampar. El campamento “El Príncipe” había guardado los lugares previo depósito de un pequeño adelanto del costo total de la estancia.
Decidimos irnos el jueves en la noche como parte de la estrategia para evitar al máximo el exceso de tránsito en la carreteras. La hora de arribo aproximada eran las 4 y media de la mañana. Así, luego de abastecernos de víveres suficientes, emprendimos el camino a la aventura.
Tal y como lo indicaba la dirección señalada, en cuanto encontramos el kilómetro 10.5 de la carretera correspondiente, nos orillamos. La reja se encontraba cerrada, pero con un simple empujón nos cedió paso, entramos felices al centro de esparcimiento. El lugar era maravilloso. El pisto estaba bien aplanado y sobre el crecía un pasto suave, bien cuidado, con buenas vallas para el viento y una buena vista. Metimos la camioneta al pasto para bajar las cosas, instalamos las casas de campaña en un punto estratégico a las orillas del lugar, cerca de las instalaciones sanitarias y la playa. Nos pusimos a conbeber.
Casi una hora después, hice una observación que puso a pensar a todos:
Profana: No mames! Oye, ahora que me acuerdo, según yo el campamento tenía alberca, toboganes y cabañas no??? Creo que nos timaron.
Viajero 1: Oye, si es cierto. Pero bueno, de todos modos está de lujo el lugar no??
Profana: Si, yo no me estoy quejando, pero… no nos habremos metido a otro predio??
Portuloco: No, no creo, nos metimos en el kilómetro que decía la publicidad! A parte, la reja ni estaba cerrada con candado, entramos bien fácil.
Profana: Si, eso ya lo se. Pero para ser semana santa, no me creo que seamos los únicos que vinimos a acampar y acá estamos solos.
Viajera 2: Tienes razón. Qué tal que si?? Y qué podría pasar??
Profana: (Tono sarcástico) No, ps no mucho. Nada más podríamos pasar las vacaciones en el MP por invasión en propiedad privada!
Viajero 3: (Ya con bastantes copas encima) No hay pedo, yo invito las fianzas para salir del tambo!!!
Ante mi resistencia a pasar de tal forma mis vacaciones, mandé a una comisión, integrada por 3 personas, a averiguar si efectivamente nos habíamos equivocado de lugar. Regresaron con malas noticias: efectivamente el predio era el equivocado, el campamento el “principe” era el siguiente predio, también dijeron que sí había tobogán y alberca, pero que en general, las condiciones de todo el lugar eran deplorables. Así, decidimos que “para luego era tarde”, y deshicimos las casas de campaña más rápido de lo que tardo en escribirlo. Subimos todo a la camioneta y llegamos a nuestro destino.
Los de la comisión no mentían. El lugar era horrible, el suelo era absolutamente irregular, algunas partes no tenían pasto y más bien era como la jungla del cardo (sí, de ese que tiene espinitas y se entierran bien sutilmente en los pies y en el cuerpo), la alberca era más bien un hoyo mal hecho recubierto de cemento, pero al menos los baños estaban limpios. Instalamos nuevamente las cosas y seguimos la fiesta. Para las 11 de la mañana ya estábamos hartos de vernos, la comida y el chupe ya se había terminado y no teníamos nada más que hacer.
Decidimos ir a comer al Puerto de Veracruz y a dar una vuelta. Regresamos al campamento como a eso de las seis de la tarde. La sorpresa al llegar fue ver el campamento absolutamente lleno. Aparentemente, habían llegado más campistas, todos de no muy linda apariencia, y además, el dueño del lugar dejó entrar gente (obvio, previo pago de una módica cantidad) para estar en el lugar sólo durante el día.
Nos quedamos tomando algunas espirituosas mientras contemplábamos el atardecer. Como era de esperarse, las bebidas comenzaron a hacer efecto, así que tuve que dirigirme al sanitario. Ahí fue que me di cuenta: el agua se había terminado y los baños eran totalmente un asco!!! No podría describir lo que vi porque me da mucho asco recordarlo, porque no hay palabras suficientes para tanta atrocidad y porque sería poco cortés hacer que mis lectores imaginen semejante cosa; sólo diré que para esas horas ya mucha gente había pasado ya al baño.
Salí desesperada (y mentando madres, claro), suponiendo que más tarde caería el agua y que un poco de esfuerzo sobre mi vejiga ayudaría a llegar a ese feliz momento. Decidimos ir a dormir no muy tarde, en obvio de que en el día dormir en la casa de campaña es imposible por la luz que se cuela, pero sobre todo por ese efecto horno que se logra al combinar el material del escondite con el sol y que propina la poco grata sensación de asfixia. Par de horas más tarde mi capacidad de retención ya había llegado a su tope, y muy a mi pesar y desagrado, tuve que orinar en la playa (si, ya se que es naquísimo, pero prefiero lo poco cívico a lo antihigiénico).
Al toque de los primeros rayos, me incorporé al gozo (es ironía) playero nuevamente. El baño seguía igual. Deliberamos que lo mejor era invadir nuevamente el predio contiguo (por qué no??) y utilizar las instalaciones sanitarias de las que nos habíamos favorecido el día anterior, sólo para bañarnos y lo demás que se ofreciera.
En ese mismísimo momento decidí mandar a la chingada el pinche campamento del demonio. Las posibilidades de encontrar alojamiento en Veracruz eran verdaderamente limitadas (y también seguramente de costo elevadísimo), dada la temporada vacacional. Las mujeres del grupo me apoyaron rotundamente. Nos fuimos a un pueblito muy cerca, donde únicamente encontramos una habitación, pero como tenía baño limpio, nadie dudó en tomarla.
Y así terminamos nuestras vacaciones de semana santa, durmiendo siete personas en un cuarto (tuvimos que raptar unos camastros y adaptarlos a modo de cama), conviviendo con la bonita y fina familia mexicana, entre personas que se metían a la alberca y al mar en short y playera; todo de lujo, todo fino, todo ostentoso.
La idea era acampar en un lugar especialmente diseñado para tales efectos, cuya publicidad habíamos visto por Internet y por ese medio, hicimos las reservaciones pertinentes. Si bien íbamos a acampar, buscamos lugar con alberca (aunque suene naco, hasta con tobogán), baños (muy importante porque eso de hacer todo en la naturaleza me conflictua severamente) e incluso había cabañas por si nos arrepentíamos de la idea de acampar. El campamento “El Príncipe” había guardado los lugares previo depósito de un pequeño adelanto del costo total de la estancia.
Decidimos irnos el jueves en la noche como parte de la estrategia para evitar al máximo el exceso de tránsito en la carreteras. La hora de arribo aproximada eran las 4 y media de la mañana. Así, luego de abastecernos de víveres suficientes, emprendimos el camino a la aventura.
Tal y como lo indicaba la dirección señalada, en cuanto encontramos el kilómetro 10.5 de la carretera correspondiente, nos orillamos. La reja se encontraba cerrada, pero con un simple empujón nos cedió paso, entramos felices al centro de esparcimiento. El lugar era maravilloso. El pisto estaba bien aplanado y sobre el crecía un pasto suave, bien cuidado, con buenas vallas para el viento y una buena vista. Metimos la camioneta al pasto para bajar las cosas, instalamos las casas de campaña en un punto estratégico a las orillas del lugar, cerca de las instalaciones sanitarias y la playa. Nos pusimos a conbeber.
Casi una hora después, hice una observación que puso a pensar a todos:
Profana: No mames! Oye, ahora que me acuerdo, según yo el campamento tenía alberca, toboganes y cabañas no??? Creo que nos timaron.
Viajero 1: Oye, si es cierto. Pero bueno, de todos modos está de lujo el lugar no??
Profana: Si, yo no me estoy quejando, pero… no nos habremos metido a otro predio??
Portuloco: No, no creo, nos metimos en el kilómetro que decía la publicidad! A parte, la reja ni estaba cerrada con candado, entramos bien fácil.
Profana: Si, eso ya lo se. Pero para ser semana santa, no me creo que seamos los únicos que vinimos a acampar y acá estamos solos.
Viajera 2: Tienes razón. Qué tal que si?? Y qué podría pasar??
Profana: (Tono sarcástico) No, ps no mucho. Nada más podríamos pasar las vacaciones en el MP por invasión en propiedad privada!
Viajero 3: (Ya con bastantes copas encima) No hay pedo, yo invito las fianzas para salir del tambo!!!
Ante mi resistencia a pasar de tal forma mis vacaciones, mandé a una comisión, integrada por 3 personas, a averiguar si efectivamente nos habíamos equivocado de lugar. Regresaron con malas noticias: efectivamente el predio era el equivocado, el campamento el “principe” era el siguiente predio, también dijeron que sí había tobogán y alberca, pero que en general, las condiciones de todo el lugar eran deplorables. Así, decidimos que “para luego era tarde”, y deshicimos las casas de campaña más rápido de lo que tardo en escribirlo. Subimos todo a la camioneta y llegamos a nuestro destino.
Los de la comisión no mentían. El lugar era horrible, el suelo era absolutamente irregular, algunas partes no tenían pasto y más bien era como la jungla del cardo (sí, de ese que tiene espinitas y se entierran bien sutilmente en los pies y en el cuerpo), la alberca era más bien un hoyo mal hecho recubierto de cemento, pero al menos los baños estaban limpios. Instalamos nuevamente las cosas y seguimos la fiesta. Para las 11 de la mañana ya estábamos hartos de vernos, la comida y el chupe ya se había terminado y no teníamos nada más que hacer.
Decidimos ir a comer al Puerto de Veracruz y a dar una vuelta. Regresamos al campamento como a eso de las seis de la tarde. La sorpresa al llegar fue ver el campamento absolutamente lleno. Aparentemente, habían llegado más campistas, todos de no muy linda apariencia, y además, el dueño del lugar dejó entrar gente (obvio, previo pago de una módica cantidad) para estar en el lugar sólo durante el día.
Nos quedamos tomando algunas espirituosas mientras contemplábamos el atardecer. Como era de esperarse, las bebidas comenzaron a hacer efecto, así que tuve que dirigirme al sanitario. Ahí fue que me di cuenta: el agua se había terminado y los baños eran totalmente un asco!!! No podría describir lo que vi porque me da mucho asco recordarlo, porque no hay palabras suficientes para tanta atrocidad y porque sería poco cortés hacer que mis lectores imaginen semejante cosa; sólo diré que para esas horas ya mucha gente había pasado ya al baño.
Salí desesperada (y mentando madres, claro), suponiendo que más tarde caería el agua y que un poco de esfuerzo sobre mi vejiga ayudaría a llegar a ese feliz momento. Decidimos ir a dormir no muy tarde, en obvio de que en el día dormir en la casa de campaña es imposible por la luz que se cuela, pero sobre todo por ese efecto horno que se logra al combinar el material del escondite con el sol y que propina la poco grata sensación de asfixia. Par de horas más tarde mi capacidad de retención ya había llegado a su tope, y muy a mi pesar y desagrado, tuve que orinar en la playa (si, ya se que es naquísimo, pero prefiero lo poco cívico a lo antihigiénico).
Al toque de los primeros rayos, me incorporé al gozo (es ironía) playero nuevamente. El baño seguía igual. Deliberamos que lo mejor era invadir nuevamente el predio contiguo (por qué no??) y utilizar las instalaciones sanitarias de las que nos habíamos favorecido el día anterior, sólo para bañarnos y lo demás que se ofreciera.
En ese mismísimo momento decidí mandar a la chingada el pinche campamento del demonio. Las posibilidades de encontrar alojamiento en Veracruz eran verdaderamente limitadas (y también seguramente de costo elevadísimo), dada la temporada vacacional. Las mujeres del grupo me apoyaron rotundamente. Nos fuimos a un pueblito muy cerca, donde únicamente encontramos una habitación, pero como tenía baño limpio, nadie dudó en tomarla.
Y así terminamos nuestras vacaciones de semana santa, durmiendo siete personas en un cuarto (tuvimos que raptar unos camastros y adaptarlos a modo de cama), conviviendo con la bonita y fina familia mexicana, entre personas que se metían a la alberca y al mar en short y playera; todo de lujo, todo fino, todo ostentoso.
Pero no todo fue malo… ese día tuvimos la suerte de coincidir con el show de Vicentico… el de los Cadillacs??? Naaaaaa, mejor aún, un balserito cubano que cantaba con todas sus ganas y resultó ser el mayor atractivo del hotel. También contamos con la grata y exuberante compañía de Bruno, un borrachín playero de tipo Changoleón, que tuvo a bien acercarse a bailar y contonearse “sabrosamente” (no mames, qué buena frase) al ritmo de la música. Nos causó tanta hilaridad que terminamos bailando con él entre la rueda de gente que se asomó a ver semejante espectáculo, todos al unísono coro de "Bruno, Bruno". A la mañana siguiente abandonamos Veracruz, y gracias a Dios, a las pocas horas estábamos nuevamente en la ciudad.
Ah! Qué recuerdos... no vuelvo a acampar en la playa!
8 comentarios:
Jajajajajaja... solo reafirmaste mi ya de por si firme teoría que a acampar solo donde haya una cama, aire acondicionado, baño limpio, tele, teléfono y por supuesto un café en la mañana... si no es así, mira mejor ahorrate la invitación a acampar...
Yo he acampado en la playa y no me ha ido tan mal.. conoces Maruata? cuando quieras vamos..
"El pisto estaba bien aplanado y sobre el crecía un pasto suave..."
AAh... el subconsciente :)
Para mi que se hubieran hecho los ignorantes y se quedaban agustote en el otro predio no? jeje la neta eso habría hecho yo. Si la hacían de tos, se hacían los pedos y se iban indignados, aunque quizás ni habrían tenido que fingir la peda jojo.
Miedo mil con el camping en Veracrúuu jajaja, tipo te hubieras quedado mejor en las playas del dfctuoso jaja... Asco con el baño, ya me imagino el cake acumulado, ewww! jajaja
By the way, el rayo tiene razón con lo del pisto, te proyectas amiga jajaja
jajajajaja... si eso de andar acampando no es nada confort, pero lo mas chido de tu viaje fueron los personajes del final jajajaja.. igual te la pasaste chido.
saluditos!
jajaja esos trips de bajo presupuesto y camping generalemte terminan siendo una torturaaa, yo me kede una ves 10 dias varado en playa paraiso, ya extrañaba el shampoo, y la neta hasta el acondicionador (en esas fechas yo tenia el cabello largo) y lo que mas extrañaba era dormir en un puto piso planoooo...
anyway son historias q contar
saludos
Prika: Si, me uno a tu moción, al menos en la playa, igual montañita aplica si vas con alguien que te lata porque tienes pretexto para estar empiernadito no?
Gallo: No he ido, pero tendré que dejar pasar un tiempo para olvidar la experiencia de acampar en playa. Un día vamos.
Omar: Lo intentamos, pero la neta es que sí nos pudo esto del Ministerio Público, y decidimos irnos. Ya sabemos para la prox (si es que la hay).
JL: Mi estimadísimo, créeme no te imaginas que desagradable. Playas del Defectuoso... tampoco es para tanto, mejor me hubiera rentado unas pelis acompañadas de harto alcohol. Neto, sólo hubiera ido a las playas del df con esos trajes contra radioactividad!
Jane: si, fue lo mejor del Viaje: el cantantillo y el borrachín. La neta es que esos si me divirtieron un chingo.
Ricardo: En esas circunstancias, cómo valora uno todo lo que aquí da por hecho. El mejor amigo del hombre es el excusado limpio.
Muy bueno, para descansar bien en verano te recomiendo estos Camastros http://www.mueblesdemaderayjardin.com/camastros.html
Saludos
Karoline
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