lunes, abril 13, 2009

It's not me, it's you( ??) !!

Ya he recibido el breviario de las razones por las que los tipos que me gustan o me han gustado no andarían conmigo. Los resultados a continuación:



Soy desordenada.


En esta opinión concedo razón. Lo confieso, soy absolutamente desordenada. La cosa interesante acá es encontrar el motivo por el que me fijo en gente obsesiva del orden. Opiniones de dos hombres totalmente ajenos entre sí, de edades, profesiones y entornos familiares distintas lo confirman.


No soy niña de gym, spa y salón de Belleza.


Nuevamente, gente que ni se conoce ni piensa igual coincide en este punto. No me muevo ni en defensa propia, jamás abandonaría mi cama 1 hora antes de lo debido por hacer deporte alguno, ni desperdiciaría mis tardes de chelas por ello. La única bicicleta fija que uso es la de casa del Rufián, quien siempre se sorprende de mi ingenio, pues sabe que la uso más bien para poner mi cenicero porque así me queda cerca de mi lugar de ver la tele.


Igual me pasa con los salones de belleza y con los spas. A lo sumo, pasaré por esos lugares cuando vea que mi cabello en realidad está hecho una aberración, lo que sucede entre 1 o 2 veces por año. No más. Por otro lado, jamás me he pintado el cabello, ni me hago tratamientos para alisarlo o enchinarlo. Y por qué gastar cualquier cantidad de dinero en masajes o que te unten aguacate, cuando ese mismo dinero podría comprar unos buenos whiskys en una cantina??? Creo que sobra decir cual termina siendo mi elección.


Desafortunadamente, los tipos que me gustan suelen querer niñas con super maquillajes, cabellos de concurso y ropa absolutamente a la moda. Alguno de mis antiguos galanes dijo que yo estaba a dos pasos de volverme hippie porque no me gusta maquillarme mucho ni estar con imagen de "lista pa' la foto" todo el tiempo; lo bueno (?) fue que reconoció que soy una niña muy bonita, aunque un poco de arreglo no me haría daño (hombre, gracias, qué detalle).


Soy muy mal hablada.


A quien chingados se le ocurre semejante mamada? Quién putas madres no suelta una grosería cada cierto tiempo? Estas sí son pendejadas. A la verga!



Así que a eso se resume todo. Esas son las cualidades por las que justo cuando están a punto, terminan dando la vuelta. Y entonces me pregunto si debo cambiar y ser una niña modosita, linda, afable, arpía y tan superficial como para no importarme otra cosa sino la manera en la que luzco. La verdad es que me niego. Esa no soy yo, me arreglo cuando tengo que hacerlo, no ando de cara lavada pero tampoco con plastas de maquillaje como si de máscara se tratase, prefiero tomar un café mientras veo las noticias en mi cama por la mañana y las tardes de chelas con amigos por la tarde, y hablar como hablo porque me place y ya. Estoy entonces tan mal?


En eso venía pensando mientras arrastraba por la calle mi autoestima cuando me disponía a acudir a una cita. Justo cuando bajé del camión me topé con un tipo absolutamente guapo: rubio de ojos verdes, complexión media y estatura aceptable. Cruzó la calle cuando yo lo hice. Lo perdí de vista cuando me paré a fumar un cigarro antes de entrar al edificio en donde tenía la reunión.


Encendí el cigarro mientras repasaba mentalmente los puntos importantes a tratar. De repente tenía enfrente al guapísimo hombre otra vez. Me preguntaba por una dirección y de inmediato se podía saber que era español. Respondí y él siguió haciendo la plática diciendo que había salido a dar un recorrido y se había perdido, que había llegado ese día al DF a hacer un trabajo y que al día siguiente tendría que irse a Guadalajara, lugar donde residía por una beca que se le había otorgado. Me preguntó por un buen lugar dónde parrandear más tarde. Le di santo y seña de varios lugares y entonces me dijo que venía solo y me invitó a acompañarlo. Yo había ya acordado verme con unos amigos, así que le dije que podía unirse a mi plan. Me pidió mi teléfono cuando le dije que me iba porque me esperaban en la oficina de la cita.


Como resulta natural, me dejó contenta la situación. Venía dando tantas vueltas a las respuestas del por qué siempre no se habían animado a andar conmigo y, al final, el suceso me elevó el ánimo de nuevo. Sobre todo, pensaba que en realidad no podía estar tan mal. Era realmente un tipo guapo, guapísimo, que me había hablado así de la nada, que seguramente se había inventado una historia para acercarse. No, de verdad, no podía estar yo tan mal después de algo así.

Esa noche nos fuimos de juerga con unos amigos y después con la Srita. P. La parranda fue algo maravilloso, me sentía bastante cómoda con el españolito, él se adecuó bien al desmadre de mis amigos y hubo harto Absinta. La fiesta terminó con la luz del día. A eso de la 1 de la tarde me mandó diciendo que regresaba a Guadalajara, que seguíamos en contacto.

No volví a saber de él hasta el siguiente fin de semana, en que me comentó que leía un libro y que me lo recomendaba. Me hacía llegar también la página de internet de donde podía bajarlo, para poder discutirlo después. Pensé que el tipo había escuchado bien que me gusta leer y que era una forma sutil y elegante de seguir en contacto.

Lo que sigue es lógico: Bajé el libro de internet y me puse a leerlo. Lo que no era lógico es el tipo de libro que leía. Trataba de esoterismo, de una doctrina antigua como el tiempo mismo (a la que se dice, incluso Buda y Jesús pertenecieron), que aspira a la santidad y divinidad del hombre, que atribuye poderes extrasensoriales y extradimensionales a sus iniciados, utilizando como elemento alquímico el amor y el sexo.

Cabe mencionar que la primera parte del libro habla de sexo. Conforme lo leía, podía notar que incluía algunas técnicas recomendadas por el Tantra o el Tao, cosa que me pareció harto interesante pues, después de todo, el muchacho traía buenas y bonitas intenciones. Era una forma poco sutil y algo sofisticada de ligarse, al menos por curiosidad, a esta Profana persona. Hablaba de la contención del semen para conservar energías, incluyendo explicaciones fisiológicas y endocrinológicas de los qués y porqués de este tópico. Hasta ahí, todo bien.

Lo que ya de plano no me cupo en la cabeza era la premisa de que jamás (nunca, olvídalo) se podía eyacular. Eso ya me pareció descabellado y antinatural. Después se podía leer un tratado de cómo seguir estas prácticas llevaba como efectos colaterales la capacidad de ver más allá de lo que los ojos miran y escuchar más allá de lo que los oidos perciben y, una vez logrado esto, poder entrar a otra dimensión. Eso ya estaba loquísimo. Y la pregunta en realidad era: cómo pasó esto, si se veía tan normal??? Sobra decir que no he sabido más de él.

Fue entonces que vislumbré que puedo ser desordenada, algo desarreglada y muy grosera, pero no pirada. Y que en realidad, los que están mal son ellos; aunque, por otro lado, lo que todos ellos tienen en común, soy yo ¿ no?

Soy yo, o son ellos?