lunes, marzo 23, 2009

27 años!

En ocasiones me enojo porque los recuerdos me brincan a la cara sin el menor aviso previo. No es que me molesten de repente lleguen, debo aclarar, pero sí que lo hagan cuando uno simplemente no quiere acudir a ellos. En esto radica la practicidad de las Cajitas en donde guardamos fotos, cartas, flores secas, boletos de conciertos o cine, envolturas y hasta botellas (sí, yo tengo botellas); simplemente, cuando uno quiere acordarse, abre la cajita que puede volverse de Pandora o cofre de Tesoros, según el caso, y una vez que la travesía en el tiempo haya llegado a su fin, las emociones que contienen esos objetos se guardan bajo llave hasta que la necesidad nos lleve a recurrir a ellos de nueva cuenta.

Cuando estaba por cumplir 18 años mi papá estaba en el hospital gravemente enfermo. La última vez que lo ví me tocó presenciar una escena horrible que me dejó el músculo inmóvil, la boca abierta y silente; y el pecho desinflado y sin aliento. Mi familia y algunos doctores fueron de la opinión de que no regresara en algunos días al hospital. Cuando mi papá salió del coma no me dejó visitarlo en el hospital, su estado de salud era aún delicado y su condición física estaba bastante degradada. Él se negaba a la idea de que yo lo viera así; después de todo, el fue mi héroe, y a los héroes no debe vérseles cansados y débiles.

El día de mi cumpleaños caía entre semana, así que me desperté temprano, me metí a bañar y fui a buscar algo a la cocina para desayunar. De camino noté que en el comedor había una tarjeta. Era lila, traía un conejo con un pastel y en el interior sólo decía “Feliz Cumpleaños”, mi papá escribió en ella Con cariño, de tu padre y la firmó, fechada el 22 de marzo de 2000. A la fecha no puedo decir qué sentí en ese momento, no sé si fue alegría por saberle presente, o si fue tristeza por saberle ausente también; sólo sé que lloré. Mi papá tampoco me dejó visitarle ese día y no lo volví a ver. Falleció una semana después. Esa tarjeta la guardo como uno de mis más preciados objetos.

Los festejos propios de mi cumpleaños de este año se hicieron este sábado. Hizo falta una mesa para algo así como 20 personas para resumir de la manera más sucinta 27 años, así como algo de crédito de los que me hablaron del interior de la República y hasta del Extranjero justo cuando dieron las 12 de la noche en los respectivos lugares. Alcohol y comida, risas, fotos y más alcohol. Ahí había imágenes de mi vida, de lágrimas, de carcajadas, de pláticas filosóficas, de hablar sin aterrizar y de decir sin pronunciar un solo sonido, de idas y regresos.

Para todos aquellos que seguro se preguntaban cuál sería el regalo de mi tía Lancha, debo presumir que este año me hice acreedora de una despensa (tipo arcón navideño) que según dicen mis fuentes de información más fidedignas, incluye hartos rollos de papel de baño. Sí, sé que me envidian, deal with it!

Ayer fue mi cumpleaños 27. Después del convite en la cantina, llegué a mi casa a sacar de la cajita de los recuerdos la tarjeta que me dio mi padre en mi cumpleaños 18. La puse sobre la mesa y me fui a dormir. Fue lo primero que ví en la mañana. Como aquélla vez, me senté y la leí. Me sentí alegre porque sé que mi padre también se fue a vivir conmigo.

Siempre tuve ganas de ir a Rusia, por lo que mi cumpleaños parecía pretexto ideal para hacerlo. Así fue. Caminé entre los cuadros del Museo Estatal del Ermitage, admiré huevos Fabergé, ví las hazañas de Pedro el Grande por lo que hizo a la marina en San Petersburgo, me paseé por el Clóset de Alejandra Feodorovna Romanov en Tsarkoye Selo y también hubo un poco del célebre ballet ruso. No había llegado antes a las Aguas del Neva por falta de tiempo y dinero, pero si la montaña no va a Mahoma, entonces Profana va al Museo de Antropología e Historia a ver la Exposición “Zares. Maravillas de la Rusia Imperial”. De regreso al país, decidimos ir a comer-cenar pasta con vino a un restaurante Italiano. Todo fue tan internacional!

No logré recordar bien qué hice el día que cumplí los 18, pero lo más probable es que haya estado con muy poca gente. Tuve gran satisfacción de saber que hubo mucha gente para mí este cumpleaños, y no es el número de asistentes lo maravilloso de la situación, sino la cantidad y la calidad de cosas que he vivido con ellos, y poder darme cuenta que conforme pasa el tiempo es posible mantener a los grandes amigos de mucho tiempo, pero también que conozco a más gente que me quiere y a la que adoro. Sé que mi papá también estaría feliz por ello y que me pediría en un día como ayer, les hiciera extensivos sus mayores agradecimientos por estar ahí para mí. Gracias.

A veces, las cajas de recuerdos son insuficientes; pero en lo que consigo una más grande, ya metí el boleto de la expo como si fuera una joyita robada de la Rusia Imperial.

jueves, marzo 12, 2009

Mi mejor fiesta de cumpleaños (o en términos kitsch, los XV años de Profana)

Cuando tenía 14 años, una de las burlas recurrentes que mi papá me hacía era anunciarme que pronto compraríamos un vestido ampón y rosa y que contrataría una limusina para festejar mi decimoquinto cumpleaños. Yo solía contestarle que mejor ni se le ocurriera semejante cosa, porque no era nada parecido a lo que yo quería; mi deseo era ir a Egipto, quizá a París (oh, sí, que cursi) o, tener un automóvil uno de esos que, según su publicidad hace un tiempo, todos teníamos uno en la mente.

Siempre disfruté las fiestas de quince años de mis amigas, se bailaba, la gente iba a ligar y siempre había espacio para la destructiva crítica del pésimo gusto de la anfitriona, la comida sabor cartón que se servía y, claro, los inusitados y ridículos valses y nada inocentes “bailes sorpresa” (me pregunto a la fecha por qué los llaman así, si todos sabemos que habrá uno) . Como solía ser un año menor a todos mis compañeros de salón, para cuando yo iba a cumplir mis quince años (ohhh, esa frase siempre me parece tan kitsch), la mayoría de mis conocidas cercanas ya habían hecho su fiestecita. A mí me daba gracia ver el furor con que escogían invitaciones y asistían puntualmente a poner las coreografías de sus bailes y el hecho de que cada suceso relacionado con la pachanguita pudiera llevarlas del cielo al abismo en cuestión de segundos. Eso no era para mí, se me hacía tanto desperdicio tan innecesario, yo había resuelto que ése justo día haría una reunión sencilla con mis amigos más queridos. Ya ven, uno siempre tan sofís.

A mi papá le dio un infarto cardiaco una o dos semanas antes de la mentada fecha. Todo ese tiempo estuvo hospitalizado y, desde luego, a ninguno le preocupó nada más en la vida que él. Como era lógico, ya no se hizo ningún plan para mi cumpleaños, por lo que les dije a mis prepos amigos que no habría reunión alguna y que veríamos si para después. Tampoco era que me molestara no hacerla. Lo cierto es seguramente se me escapó alguna lágrima cuando di el anuncio porque yo estaba muy triste, no por el eventito, sino por la salud de mi padre, que me traía violentas visiones de soledad e incertidumbre.

Mi primer gran regalo de cumpleaños de ese día (sábado), fue su vuelta a la casa. Lo primero que hicimos fue instalarlo con toda la comodidad posible para que descansara. Después, me fui a nadar como acostumbraba todos los fines de semana. A mi vuelta encontré a algunos familiares que habían ido a visitar a mi papá. A eso de la 1 de la tarde sonó una vez más el timbre. Corrí a abrir la puerta imaginando que serían algunos tíos.

Lo que pasó en la siguiente media hora es difícil de explicar, todo sucedió muy rápido: los de la puerta eran mis amigos, traían un pastel, hot dogs, refrescos y un vestido de quinceañera. No recuerdo si atiné en decir alguna palabra, pero sé que las niñas me metieron a mi cuarto, me enfundaron en el vestido, me pusieron algún collar que tenía guardado y me amarraron el cabello en el chongo más decente que por las circunstancias se pudo tener. Recuerdo que yo seguía sin entender absolutamente nada, pero me sacaron del cuarto y mientras nos dirigíamos a la sala, alguien me dijo que sólo siguiera la corriente, que “ellos” me iban a decir qué tenía que hacer.

Recuerdo que cuando llegué a la sala ya había sillas dispersas por todo alrededor. Mi padre también estaba sentado con el resto de la gente y sonreía de tal forma, que a la fecha ése recuerdo me causa una tremenda sonrisa a mí también. Mis amigos del género masculino estaban apilados en algún lugar de la sala, lugar que eligieron mis amigas para dejarme parada. Alguien dijo “ya ponla wey” y de repente de dejaron escuchar las primeras notas del algún vals. Yo me quedé inmóvil, así que alguno de los chicos me dijo que sólo bailara. Ellos ya se movían acompasadamente como si se tratase de coreografía, así que yo hice lo mismo. Me fueron pasando de una pareja a otra, mientras giraban y hacían círculos y líneas. Fue sorprendente saber que ellos habían estado ensayando para ese día.

En medio del vals se armó algún debate, pues uno de mis “chambelanes” (taaan kitsch) invitó a mi papá a bailar conmigo. Todos estábamos en realidad preocupados, el corazón de mi papá se encontraba débil y la sugerencia podría convertir la fiesta en un desastre. Mi papá se puso de pie y sólo atinó a callarnos a todos, para después dar algunos pasos hasta que estuvo enfrente mío y nos pusimos a bailar, yo en mi vestido largo y él en jeans y camisa de cuadros de franela.

Después de eso, mis amigos y yo nos pusimos a bailar. Mi papá sacó botellas de su cava y todos nos la estábamos pasando realmente bien. Mi familia estaba gratamente sorprendida, ni ellos ni yo jamás imaginamos que algo así sucedería , y no dejaban de repetirme lo afortunada que era por contar con amigos capaces de estar acompañándome en los hospitales y que al día siguiente prepararan una fiesta sorpresa así.

A la mejor amiga de mi mama se le ocurrió que, ya aprovechando que tenía puesto el vestido, podrían llevarme a tomar fotos. Las poses que hacen que uno tome me parecen tan exageradas y pretenciosas; sin embargo, la toma de la pose más antinatural fue la elegida, me pareció tan ridícula que me solté a reír como loca, y precisamente la sinceridad de esa risa fue la que la hizo sencillamente hermosa. Prohibí expresamente que esa foto fuera colgada en pared alguna de la casa. Hoy me lamento de haberla dejado ahí, seguramente verla de cuando en cuando me haría mucho bien.

Como se junto tanta gente de forma inesperada, los hot dogs fueron insuficientes, así que mandaron traer pizzas. Comimos, bebimos y bailamos toda la tarde. Mis amigos se fueron ya entrada la noche. Nunca terminaré de agradecerle a Lady Red, a Poniatos (quien puso el vestido, y a uno de mis chambelanes que era su novio, el Topo), a Pavel, el Ñero, Beto y a todos los que estuvieron ahí.

Ese fue el mejor cumpleaños de mi vida. A la fecha me conmueve sobremanera tan hermoso gesto. Todo terminó siendo kitsch y adorable. Sin embargo, puedo decir que el menú fue exquisito, que el vals fue de lo mejor, que ése vestido prestado me quedó como guante, que aunque no hubiese gran salón o mantelería de lujo, ni peinados elegantes, ni ropa de fiesta, ni grupito versátil que cantara Brasil-Brasil mientras repartían globos; ha sido, por mucho, la mejor fiesta de quince años en la que he estado jamás.

Al final, no hubo viaje ni coche. Pero después de semejante cosa, quién se acordaría de ello?

lunes, marzo 02, 2009

De frases que están al puro chile!

A veces la rutina pesa, cansa, se vuelve un lastre. Estar a sabiendas de lo que hay que hacer, de la ruta que vamos a seguir, de las caras que veremos y hasta de la ropa que usamos da, desde luego, cierto marco de seguridad, pero el hecho de que las cosas se vuelvan predecibles quita ese algo que le de chispa a la vida.

El lenguaje no es diferente. El mundo globalizado implica el uso cotidiano de palabras en otro idioma. No es que haya un problema con ello, hay que estar pendientes de las tendencias. Sin embargo, el rescate y preservación de nuestro idioma, de nuestras merísimas raíces también resulta importante.

Por ello, Profana, siempre preocupada por la conservación de las costumbres y por la renovación de algunas frases conocidas, se ha lanzado en una investigación que les permita expresarse de forma distinta, pero no menos acertada. Así, aquí les dejo unas de los resultados más ilustrativos de esta ardua labor.

- Por qué no cambiar el vulgar "macitaaa" o "pacitooo" a algún objeto de nuestro deseo por Con usted de aguacate, me como cualquier guacamole...

- Y si acaso a usted, fino lector, le ha desagradado semejante expresión, en vez de responder con el ofensivo término "ay, naco" o alguno semejante, tendrá a bien dar como contestación Este aguacate no te lo embarras en tu bolillo!

Se da cuenta usted? Las ganas de emitir un piropo y su sentido no cambia, sin embargo, puede hacerse de forma educada, y más aún, conservando nuestro folklore típico mexicano.

Ahora bien, otra que puede usarse (o revivirse) y que seguramente dejará callado a mas de uno, es el que a continuación se enlista: Como dueño de mi atole, lo menearé con mi palo. No, malpensados amigos, esta frase no es precisamente de índole sexual (aunque bien podría aplicarse), la idea encapsulada en este dicho es la falta de necesidad de un consejo, pues uno hace de la vida propia lo que quiere. A poco no es una joya?

Supongamos ahora que usted está enamorado, de ese amor que le cala a uno hasta el hueso. Acudir a las gastadas frases que ya todos conocemos puede hacernos sentir incluso apenados, en obvio de que no estamos expresando en toda su magnitud nuestro poderoso sentimiento. Pero qué tal que se cambia la frase a un Contigo, la milpa es rancho y el atole champurrado? Imagine la cara del bienamado ante una afirmación tan especial y contundente. No hay margen de error, se lo aseguro, todos caen redonditos, seguramente el mismo Cyrano de Bergerac o Romeo Montesco la hubieran aplicado, de no ser por el hecho que desconocían el náhuatl.

- Si comes camote caliente, aléjate de la gente. Esta expresión tiene dos usos de práctica aplicación cotidiana. El primero de ellos implica una recriminación a la persona que perturba la paz de una reunión; el segundo implica la expulsión intencional o no de un flato. En cualquier caso, conmina elegantemente a la discreción. Bello!

-Estar al puro chile! Estar a la perfección o a la medida de las necesidades.

Ahora, amigos, cuántas veces hemos visto a una persona que no puede expresar abiertamente su cólera y sólo se mueve en el asiento? En este caso, podremos hablar de una persona que está haciendo chile con el culo. Dejemos expresiones vulgares como "encabronadísimo" o "se lo carga la chingada" para gente menos instruida o poco interesada por la conservación de nuestras lenguas indígenas. Al fin y al cabo, el énfasis de dicha frase no resulta más sutil y hasta deriva en mayor teatralidad.

Andar como cócono.- Estar borracho (aludiendo al conocido moco de guajolote).

Ahora bien, una forma sutil de negarse a participar en actividades presumiblemente deshonestas o problemáticas podría ser yo no como huausoncles por no ensuciarme los dedos. Claro y directo, pero ante todo, educado.

¿Batea de izquierda? Una frase tan gastada, qué poco original. Mejor, para referirnos a alguien de distinta preferencia sexual podemos usar le gusta que le llenen la jícara. Nótese el impecable uso de un elemento tan característico y mexicano. Lo dejo a su consideración, o como diría el puto: ay tu!

Ponerse a dos reatas y un mecate.- Comer y beber en exceso en una fiesta. Qué gran detalle sería sacar esta frase en el chismerío del día siguiente del convite!

Los gatos son animales muy hermosos y elegantes. Nunca he entendido la razón por la que se le llama gato a una persona de poca educación o gracia. Por tal motivo, abandonemos esta alusión y digamos en su lugar Prófugo del metate. Aplica también para gente que ha elevado su posición social sin que haya eliminado sus carencias culturales, al igual que Aunque ahora duermas en cama, sigues oliendo a petate, para denotar el origen rústico de alguien.

El que tenga miedo a las espinas, que no entre a la nopalera. Advertencia de riesgo y necesidad de valentía frente al mismo.

Coger es una palabra que ha perdido su sentido y de repente se antoja soez. Recuperemos la pasión del lenguaje al referirse a la cópula, diciendo en su lugar desgastar el petate. También constituye una buena proposición, sin duda.

Ilustremos:

Vamos a coger / vamos a desgastar el petate.
... y estábamos cogiendo cuando... /... y estábamos desgastando el petate cuando...

con cuál se quedan ustedes?

A todos nos han roto el corazón. Las frases que generalmente se usan para reprochar la falta de amor ya también suenan tan prefabricadas que han perdido eficacia ¿por qué me haces esto si yo te amo? vamos, ya todos casi conocemos los guiones. Saquen de terrenos conocidos a los ingratos, pregunten ¿Por qué con tamal me pagas, teniendo bizcochería?. Seguro el impacto de la pregunta les hará tener la absoluta verdad como respuesta.

Claro, claro, el que formula semejante pregunta se arriesga a tener contestación que lo lleve al más profundo abismo de tristeza y rabia (pero bueno, el que le tenga miedo a las espinas, que no entre a la nopalera). Por tal motivo, para no quedarse nomás callado, podemos dar una patada de ahogado- como coloquialmente se dice- y podemos hacer todavía patente nuestro desprecio (Advertencia: tomen en cuenta que son frases del náhuatl, así que esta puede ser un tanto machista), haciendo la siguiente cita: He frito mi longaniza en mejores tepalcates. Touché.

Aunque claro, el último recurso, la frase ardida, también tiene su símil: Presume de Pavorreal y no llega ni a zopilote. No necesitamos abundar, cierto?

Verdaderamente espero que podamos utilizar más seguido estas sencillas e ilustrativas frases. Después de todo, podemos crear moda y conservar nuestra rica tradición oral.

Antes de que el tecolote le cante a este post, si a alguno de ustedes ha surgido la curiosidad por aprender más frases, pueden consultar el Diccionario del Náhualt en el Español de México. UNAM, 2007.

Ponganse piocha, o lo que es lo mismo, listos!