miércoles, junio 24, 2009

Aceptarlo es el primer paso*

Esa madrugada de sábado fue especialmente calurosa. El reloj marcaba aproximadamente las 13:22 horas y el sol, por alguna razón que sigo sin explicarme a cabalidad, estaba en pleno. La temperatura era realmente elevada y como suele suceder en las madrugadas de fin de semana, amanecimos con sed. No había nada que tomar en el refri y el café no era una opción a tantos grados en el ambiente.

Me dirigí al Oxxo a comprar alguna bebida refrescante que aliviara, al menos momentaneamente, el bochorno que nos acorralaba. Caminé las dos cuadras que separaban al oasis de mi casa. Una caguama y dos six ayudarían en algo; también compré cigarros y burritos, pues no pasa inadvertido que el desayuno es el alimento más importante del día.

No sospechaba que algo tan rutinario me hiciera descubrir una de las actividades que más me gusta llevar a cabo los fines de semana. Caminé la primera cuadra de regreso a casa quejandome del calor. A la mitad de la segunda cuadra me encontré exhausta de cargar, así que bajé las bolsas para descansar los brazos. Me encontré frente al grupo de Alcoholicos Anónimos local. Primero pensé que eso podría ser una señal, que algo que no sé que fuera, me quisiese decir no se qué demonios. Entonces ví las cosas con claridad, porque en lo que hacía una conscienzuda introspección al respecto, por un momento bajé la mirada, ví cómo la bolsa se pegaba al vidrio sudado de la caguama. Supe entonces qué debía hacer: saqué una cerveza, volteé a mirar a través de la ventana el salón en que los Borrachos en rehab convivía, destapé la botella y le dí un generoso trago a la chela. Después seguí mi camino sabiendo que alguien me habría visto, y que con taaanto calor, hubiese querido estar en mi lugar. Esto también me hizo saber que soy algo empática: no me atreví a voltear a verlos mientras bebía, me hubiera sentido algo mal. Después de todo, no soy tan culera como pudiera creerse, aunque esto pueda ser sólo un error de apreciación.

He pensado en disminuir mi consumo de chelas y en su lugar tomar whisky porque es más bajo en calorías. Ya me han hecho notar que seré el Ave Fénix de la cerveza: seguramente regresaré bebiendo más y mejor chela. Por ahora, me haré acompañar de mi amigo Jack Daniels al Oxxo y seguiremos haciendo una parada frente al grupo de Alcoholicos Anónimos. Lo que uno es capaz de hacer por la figura!

*Título generosamente aportado por la Caperuza.

jueves, junio 04, 2009

Adios a las Bahamas

Le cuento que estoy en plena mudanza. Me contesta que es una vergüenza que él ya lo sepa y que no haya sido yo su fuente de información. Evado entonces el reclamo abundando sobre el stress que me produce guardar las cosas y todo eso que conlleva cambiar de casa; y lo mucho que me sorprende que mi plan de aguardar pacientemente a que todo se arreglara por sí solo mientras yo conservaría una actitud contemplativa, nomás no ha funcionado bien. Él suelta una carcajada y me dice que no le sorpende que haya decidido adoptar tal método.

Me comenta entonces que tiene la solución al problema, no al de la mundanza, sino al del stress: unos 4 días en Bahamas. No se si agradecer la buena aunque utópica propuesta, o si más bien enojarme por la burla que representa. Él ya lo sabe, pero se lo reitero: no tengo un duro, el plan resulta complicado. Contesta que la imposibilidad que le planteo es poco viable: los boletos y reservaciones están ya a mi nombre, todo está planeado para dentro de 3 o 4 semanas, según me resulte conveniente, por dinero, no hay nada que pagar. Resulta entonces obligado entrar al detalle ese de que no tengo vacaciones porque acabo de cambiar de trabajo, aunque él también lo sabe ya. Nada de qué preocuparse, me dice, su hermano me puede extender los justificantes necesarios, que de algo sirva tener un médico en la familia.

En mi mente se empiezan a crear imágenes de una típica playa caribeña tranquila y hermosa, como suelen serlo; y yo recostada en la arena blanca y fina, con un bikini en colores rojo y blanco para contrastar con el fondo neutral, con un chupe con sombrillita y cuadrito de piña en una mano y en la otra un libro. Casi puedo sentir la brisa salada y el rayo del sol sobre mi piel, por ahí corre una gotita de sudor que intenta huir del calor ambiental. Y sí, la escapada va muy bien, y la comida ha sido buena, y las pláticas y las risas no cesan, y en realidad esto ha servido para relajarme, y pásate otra cuba aprovechando que ya estoy medio borracha, y qué buena nalga tienen los lugareños.

Entonces empiezo a hacer cálculos de tiempos, nada más hay que pensar, si es gratis y tengo excusa para faltar al trabajo, pues entonces sólo hay que fijar fechas y ya. Julio me queda mejor, y el calorcito será más placentero por esas fechas y el bronceado quedará mejor.

Y entonces viene el pelo en la sopa: Bien, bien, partimos el jueves muy temprano a Miami, y de ahí hacemos la conexión a Bahamas. Mierda! Pequeño, pequeñisimo detalle: No tengo visa gringa ni oportunidad de que me la den en 3 semanas!. Dice que con suerte me la pueden dar. Y otra vez viene el dilema: es que no quiero solicitarla, no porque no quiera ir a Bahamas, es porque no quiero poner mi cara de circunstancia y amabilidad con los gringos. Por qué? pos si ni me voy a quedar en Miami: pa' ver sudacas con complejo de gringos puedo irme al norte de mi país. Sólo quiero ir a la playa, y no a una gringa, Por qué necesito visaaaa?

Pregunto si no hay otra forma de llegar a Bahamas. Dice que no, que el vuelo ya está así y no hay forma de cambiarle. Pide con serenidad y firmeza que saque la cita ya mismo, que quizá explicando bien las cosas todo salga a tiempo, que podría retrasar los planes una semana más.

Y entonces siento la punzada que me produce la idea de tener que pasar todo el show con tal que me dejen entrar a un país que por esta ocasión no pretendo visitar, y me enojo y quiero patalear, pero no puedo porque estoy en la oficina. Se que no me van a dar la cita pronto. Tengo que declinar la invitación, no sin sentir ganas de despepitar en contra de los gringos y decir que son unos putos, pero no lo haré, porque algún día quiero conocer NY, las Vegas y Nueva Orleans (un mardi gras no me caería mal).

Y entonces, con lágrima Remi en el ojo, tengo que decirle 'Adios' a Bahamas, aunque ni siquiera haya llegado a verle.

¿No podría ser algo más nacional, digamos, de perdida, Acapulco?

Voy a compar una alberca inflable, al fin ya habrá jardín!

lunes, junio 01, 2009

Entre casas

Recuerdo que cuando llegamos por primera vez, nos volteamos a ver y sin más explotó la carcajada. En realidad había motivos para reír, aquello parecía una broma. El anuncio era atractivo, pero ya estando ahí el inicio no parecía tan prometedor. Es un callejoncito estrecho, algo rústico y algún motivo religioso le daba un aspecto de barrio más-que-bajo. La cosa cambia al abrirse la puerta y ver la construcción cuidada, los interiores armoniosos y al escuchar la nada que brinda el aislamiento del callejón.

Ayer moví las primeras cajas para allá. Ahora sí, la Rumi es, por hecho y derecho, la Rumi. La serie comienza nueva temporada.


He pasado por varios cambios últimamente. La mayoría, he de reconocer y agradecer, han sido para bien, mucho en realidad. Fortuna ha comenzado a girar y la avalancha de sucesos ha dejado cosas súper buenas.

Las mudanzas siempre obligan a viajar en el tiempo. Empezar a desempolvar cosas y ponerlas en cajas suponen también una limpieza. He encontrado cajetillas de cigarros de antaño, boletos de conciertos, recibos de hace 3 años, cajitas caducas de Ritalín (ahora entiendo por qué he hecho tanta pendejada últimamente) y otras mil cosas que no me sirven para mucho, pero que al momento de verlas me hacen volver a aquél momento que les dio un lugar en mi casa aunque sea en el rincón más recóndito de ella, y entonces vienen las risas de lado, o las carcajadas o la melancolía. No he podido determinar si llevaré más cosas de las que tiraré, o al revés.

He vivido por tres años en el mismo lugar y en realidad no tengo muchas cosas. Sin embargo, no dejo de pensar que al departamento llegué sólo con mi ropa y mis libros. Ahora tengo que empacar también utensilios de cocina, medicinas, blancos...vaya, hasta decoraciones navideñas. Desconozco qué tan buen parámetro pueda resultar el crecimiento en función de las cosas que acumulamos y también de las que resulte necesario o conveniente dejar. Lo que sí se es que me falta guardar un chingo de cosas.

Dos gatos y dos niñas resultan una ecuación balanceada. Ahora habrá alguien con quien platicar cuando llegue a casa. Se que he elegido a la mejor Rumi, así que habrá tardes y noches de Calamaro, de tangos, de pelis y de chelas, disertaciones interminables, zonas ecoamigables y maullidos alegres. Habrá entrada de nuevas aventuras y personajes, mayor o menor presencia de los existentes y más pelo en la ropa... y todo ello resulta sumamente emocionante.

Si pienso en el Open house y en lo que seguirá mi hígado tiembla y me hace cosquillas, eso me hace reír más aún.

Pd: Hace poco veía un capítulo de Sex and the City llamado "A girls right to its shoes". En el, Carrie decía que sólo se celebra la vida de los casados pues se les dan obsequios cuando se comprometen, en las despedidas de solteros, en las bodas, en los nacimientos, etc, etc. En cierta forma tiene razón. Carrie entonces abre una mesa de regalos para celebrar su soltería. Rumi: cómo ves? Abrimos mesa de regalos?
Invitados: Absténganse de tarjetas Hallmark, gracias!