martes, julio 08, 2008

De desastres agaveros ( o de por qué Profana no toma Tequila)

Todavía estaba en la universidad, supongo que para ése entonces cursaba el tercer año. Los viernes eran día obligado de dominó. Ya se nos había hecho costumbre. Ya nadie preguntaba si se armaba el juego o no. Simplemente llegábamos y todo lo demás salía por añadidura.

Ese viernes, me fui a comer antes con un amigo a una cantina cercana al lugar de reunión. Después de unos panuchos y unos tragos, nos fuimos al torneíllo de viernes.

Evidentemente, el ritual del juego siempre incluía varias bebidas, pues como es bien sabido por todos, el dominó no se puede jugar sobrio. No sé, uno no cuenta bien, no ayuda como se debe al compañero de juego, ni la victoria (no la chela, sino ganar), o en su caso, la derrota saben tan intensamente. Así que para luego, era tarde. Como ya venía entonadona, seguí bebiendo junto con los demás presentes.

Llegó después de un rato un exnovio. Siempre fuimos muy buena pareja, al menos, en el dominó. En el terreno amoroso nomás no coincidíamos. Como no pudimos pasar mucho tiempo juntos, en realidad, no había rencores ni sentimientos ocultos que hicieran desagradable o extraño el encontrarnos. Todo lo contrario. Siempre fuimos más amenos como amigos.

Para eso de las diez de la noche tenía que volver a mi casa. Mi toque de queda era a las diez y media. Traía también el carro, así que al menos, debía devolverlo a casa sano y salvo, pues mi madre le cuidaba tanto o más que a un hijo. Mi ex se ofreció a acompañarme para irlo a dejar y después traerme de vuelta al convivio. Como al día siguiente tenía una fiesta sorpresa en lugar desconocido, pensé en no seguir la borrachera esa noche. Aunque pudiese parecer imposible, me terminaron convenciendo de lo contrario.

Fuimos y volvimos. Llegué de nuevo a casa como a eso de las tres. A la media hora sonó mi celular: mi exnovio me decía lo pendejo que fue al no haberse esforzado más porque las cosas funcionaran y repetía que era yo el amor de su vida y la mejor vieja a la que había conocido jamás. Así se fueron dos horas. Después de cortesmente batearlo varias veces, por fin logré dormir.

El teléfono sonó a las ocho de la mañana nuevamente. Todavía estaba borracha. La llamada la hacía Charms Wannabe. Me decía que debía pasar por ella a las nueve y media, pues se había quedado de ver con otros amigos para emprender juntos la aventura a la comidita de cumpleaños. Llegamos a una casa en Tlalpan. Podía dejar mi coche ahí, pues todos nos iríamos en una camioneta.

El destino era Cuernavaca; así que la pasada a Tres Marías era obligatoria. Mi desayuno consistió en unas chelas, pues no se me antojaba comer. La casa a la que llegamos era enorme. Todavía no llegaban los rones, así que seguí con cerveza. Después llegó el Tequila. Recuerdo que tomé varios caballitos.

Abrí los ojos. Estaba en una habitación con varias camas individuales. Me pregunté cómo había llegado ahí. Alguien entró a la habitación, así que cerré los ojos. Probablemente, al hacerme la dormida, alguien podría decir algo que me diera pistas. Era Charms Wannabe, traía un plato de paella. Le pregunté qué había pasado. Aparentemente, la concurrencia de mesa a la que estabamos asginados, había tomado de forma descomunal, incluyéndome, desde luego. Me había quedado dormida , y mi peso muerto me tiró con todo y silla; situación que no fue óbice para que pronto encontrara acomodo en el pasto para seguir durmiendo. Alguien, entonces, me llevó hasta la habitación aquélla, donde había dormido aproximadamente una hora.

Muerta de pena, bajé nuevamente a la fiesta. Afortunadamente, para esa hora, ya la mayoría de la gente traía bastantes grados de alcohol en la sangre, por lo que poca atención me prestaron. Personas que se había metido con ropa a la alberca y alguno que otro que corría para llegar al baño a platicar con los monstruos, me hacían sentir que, en realidad, lo mío había sido cosa de nada. Seguí entonces bebiendo Tequila para no perder el statu quo.

Algún tiempo después, escuche que gritaban mi nombre con cierta desesperación. Charms Wannabe había tomado demasiado, algo así como 4 cubas (es que ella no bebe). Estaba absolutamente mal: parecía que había tomado días seguidos y algunos hasta pensaron que se había cruzado con alguna otra sustancia no precisamente legal. La encontré asida fuertemente del excusado y con el cuerpo tan rígido como un estambre. Todo mundo le dio algún remedio para bajarle el pedo, desde café, pasando por mostaza y desde luego, también se les ocurrió mojarla. Ella seguía sin reaccionar, también había tomado Tequila. Ya eran como las nueve de la noche.

Mi madre comenzó a llamar a mi celular hecha una furia, pues ya había pasado demasiado tiempo y yo no volvía a casa, ni daba señales de vida (peor aún, traía el coche!). Evidentemente, ella no sabía que me encontraba en la ciudad de la eterna primavera, pues no me hubiera dejado salir siquiera. Pensé entonces que lo mejor era subir a Wannabe a la camioneta, aún fuera en estado semi inconsciente y emprender el retorno al DF, pasar por mi auto y después llevarla a su casa.

Encontré a Nando, con quien nos fuimos y en cuya casa estaba mi coche, tirado en el pasto retorciéndose. Cuando le pregunté que qué hacía, me dijo la respuesta como si de cosa más obvia no se pudiese tratar: -¿qué no ves Profana? Estoy nadando en el pasto- (ah, si seré pendeja!). El chofer estaba completamente ahogado, lo que entorpecía mi plan de escape. Encontrar a alguien sobrio era todo un desafío; más aún, encontrar a alguien sobrio dispuesto a llevarnos de vuelta era casi imposible. Sin embargo, lo encontré. Subimos a Charms en calidad de bulto a la parte trasera.

Ya de entrada al DF, Poncho, nuestro nuevo conductor me hizo una observación con la que no contaba:

Poncho: Bien Profana, ahora dime: Por dónde me voy para pasar por tu coche?

Profana: Ah, se quedó en casa de Nando.

Poncho: Ok, entonces, Dónde está la casa de Nando?

Profana: En Tlalpan.

Poncho: Si Profanita, pero dónde? En qué calle? A qué altura?

Profis: No mames, yo no se! Es la primera vez que iba a su casa y casi no conozco el sur. Yo creí que tu sabías! (me re carga mil veces la chingada!!)

Poncho: No mames, yo jamás he ido. Bueno, déjame hablarle a X a ver si me puede decir.

Afortunadamente, corrimos con suerte y logramos dar con la casa como a las once de la noche. Sin embargo, nuevamente había otro obstáculo que sortear: había dejado las impertinentes, digo, intermitentes encendidas. Obviamente, para esa hora, mi mugremóvil ya no tenía batería y por tanto, arrancar era imposible. En mi borrachera, me dieron ganas de llorar, todo parecía pesadilla: mi mamá seguía hablando por teléfono elevando cada vez más los insultos y las amenazas; CW seguía perdida en el coche y ya no tenía tiempo para hacerla reaccionar (eso sin contar el cague que su papá me iba a poner por regresarle a su niña en tan deplorables condiciones), yo estaría castigada por años y el puto coche no prendía. Al ver mi cara, el buen Poncho paró un taxi al que le pagó para que me pasara batería.

Mientras conducía a casa de Wannabe, trataba de encontrar la mejor estrategia para que su papá no se diera cuenta de su etílico estado, o en su defecto, de minimizar las probables repercusiones. Varias veces le menté la madre cuando volteaba a verla desparramada en el asiento del copiloto. Para sorpresa mía, descubrí que la sabiduría popular no me traicionó en esta ocasión. El papa se encontraba abajo del edificio visiblemente consternado esperándonos. –“en la madre, ahí está tu papá”- dije mientras sentía que se me acababa el aire. En cuanto CW escuchó la frase y alzó la vista, algo en su cuerpo pasó, pero bajó del coche hecha una lady, saludó a su papá al tiempo que el explicaba que la tardanza se debió a un ligera descompostura del coche, y después se despidió de mi con tal coherencia, que uno jamás se hubiese sospechado que tomó una sola gota de alcohol. Bien dicen que el miedo no anda en burro. Nuevamente me había salvado.

La suerte ya había sido suficientemente benévola conmigo por ese día, era un exceso pedir más; así que del castigo y del regaño de dos horas con la dulce voz de mi madre mientras me empezaba a llegar la cruda o el down, nomás no me salvé.

La cruda me duró dos días. Desde ese día, sólo oler el tequila me da un no se qué nada agradable y, desde luego, jamás lo he vuelto a tomar.

12 comentarios:

Fer V dijo...

¡Ah! Épica la peda, histórica la cruda.

Entonces, ya no tomas tequila ¿por aquello de la cruda? Si es así, lo único que necesitas es perderle el miedo, después de uno o dos caballitos ¡le vuelves a agarrar el gusto! Creeme, yo lo sé.

Si no es así, entonces no acabo de entender. Si, fué un desastre mediano y toda una odisea, pero ¿qué diferencia hubiera habido si en lugar de tequila hubieras tomado otra cosa? ¿o si no hubieras tomado?

De hecho, sin importar que o cuanto hubieras tomado, igual tu amiga se habría emborrachado, tu ya habías dejado las impertinentes encendidas y sobria solo te hubiera costado un poquito menos de trabajo encontrar un voluntario (suficientemente sobrio) para que te llevara de regreso por tu auto.

En fin, podría haber sido peor. Por ejemplo, dónde la gente se tira a la alberca con ropa podría haberlo hecho sin ropa.

¿Quién quita y si le entras de nuevo al tequila vuelves a protagonizar otra divertida aventura como esta? ;) ¡Anímate!

Nota: Procura consumir suficientes alimentos sólidos antes de ingerir grandes cantidades de alcohol y, tal vez, no te vaya tan mal con la cruda.


¡Sonrie!

Jana dijo...

Utsss neta que cuando leo tus fiestas y el desmother que haces jeje me recuerdas mi tiempos mozos... que seriamos sin esas historias, sin esas borracheras (y mira que aún me las sigo poniendo jajaja), de que se platicaria en las reuniones?.. la neta no lo imagino... asi que salud!! (sin tequila) aunque sea martes jeje

saluditos!!

Eric Uribares dijo...

chale, nomás porque ya he empedado contigo, de lo contrario me darías miedo....aunque creo que tu y muchos otros contrarios a las virtudes del agave, deberían hacer un alto en su alcoholica vida y refletsionarm seriamente sobre la pertinencia de su decisión.

besilolos istericovadongueros

Mona dijo...

Jaja yo no termino de dejar el tequila después de todas las crudas que me ha dejado, aunque confieso que le tengo mucho respeto, ahora la tomo con miedito. Me encanta tu blog, tus historias como dirían ustedes “están de pelos” =D

Mis cadáveres te saludan.

PD: Espero te des un paseíto por mi blog, soy nueva en esto así que me gustaría que comentaras en mis post.

Anónimo dijo...

Tan sabroso que es, caramba, Profana, con los años tal vez puedas darle una nueva oportunidad (hablo del tequila, no del novio)...(puta madre, qué mal chiste). A la hora de abrazar el escusado ningún remedio funciona, todos son mitos, más que el de sacar todo y procurar dormir en una zona segura (ya en esos planes, el piso del baño, si no muy manchado, es algo muy agradable). Ahora que, con tequila o sin tequila, el desastre automovilístico hubiera pasado igual, es decir, no es culpa del indio...
Saludos, Profana.

Lilián dijo...

Va a sonar muy malacopa decir que me identifico punto por punto con la historia.

En mi caso: el temido vodka. Lo detesto. Su olor me produce algo similar a lo que experimentaría un nazi radical ante la vista de Woody Allen.

Por supuesto, estos odios tienen que nacer de una especie de amor o, por lo menos, de una afección que vaya más allá del mero gusto ocasional. Con el vodka me he puesto mis peores borrachoras y, NATURALMENTE, he sufrido las peores crudas. Pero crudas del tipo: denme una pistola-no perdamos tiempo-quiero morir YA MISMO.

Y sí, la última (hace como dos meses) me tuvo con cruda tres días tres. Y lo dejé. Llevo pocos meses, lo sé, pero confío en que no faltaré a mi palabra.

Me recordaste una historia que quizá y sólo quizá postee en un futuro no lejano (eso de fingir no-borrachez cuando uno está hasta las chanclas es MAGNÍFICO).

Karla dijo...

jajajaja
el alcohol en nuestras venas hace milagros o mas bien los padres!
en fin...que buena historia!
salud!!!

www.paquitaesunadiosa.blogspot.com

Fer V dijo...

Deberías reconsiderar tu posición respecto al tequila. Tras exahustiva investigación que incluyó:

- 4 investigadores (3 compas y tu servilleta).
- 2 sixes de chelas (pa' abrir garganta).
- 3 botellas de tequila.
- 1 kg de limones.
- 2 saleros.
- Suficiente botana (o creímos que era sufiente pero se acabo antes que el tequila y no nos imprtó)
- 1 dominó
- Chilaquiles pa' desayunar.

Hemos concluído que el tequila tiene numerosas ventajas. Aquí ennumero solo algunas:

Quita la angustia.
Hace olvidar.
Lima asperezas.
Acerca amigos.
Se te olvida el hambre.
Causa rubores.
Afina tu voz.
Fomenta relaciones románticas.
Hace compadres.
Liga comadres.
Cierra tratos.
Aligera los caminos.
Festeja la compañía.
Aumenta la alegría.
Mata las lombrices.
Extingue la culpa.
Suelta la lengua.
Aleja de la oficina.
Arregla corazones rotos.
Sirve de aperitivo.
Apresura desenlaces.
Elimina la timidez.
Levanta el ánimo.
Dá calor.
Abre puertas.
Acorta las esperas.
Cura la tristeza.
Mejora la digestión.
Afloja el calcetín.
Lima asperezas.
Causa rumores.
Dá valor.

Y DESPUÉS DE LAS 12 DE LA NOCHE.....

Abre cinturones, baja zippers y arranca botones.
Baja medias, pantaletas y boxers.
Disminuye el tino.
Causa embarazos.


¿Necesitas más razones para tomar tequila?


¡Sonrie!

Rafael Merino Isunza dijo...

Yo tengo muy malos recuerdos, bueno al menos tengo recuerdos, del vodka y el mezcal. Después del rompimiento generamos una sana distancia, el tiempo sanó los daños y los vestigios que quedaron dejaron gran enseñanza, por cierto… ¿de qué estábamos hablando? Ahh y ya nos hemos reconciliado, de tal forma y con intermediarios de por medio (agua quina y rebanadas de naranjas con sal de gusano) hemos reiniciado escarceos con conocimiento de causa y tanteando el terreno. Ya para terminar sólo te puedo dar un consejo popular: Todos merecemos una segunda oportunidad, así que salud.

RED SHOES GIRL dijo...

Odio el tequila, pero meencanta la gente que lo toma, se me hace muy, muy valiente!, desde hace mucho tiempo dejé de tomar shots de cualquier tipo de alcohol, por el efecto que me producían (tpo tu historia), y me super encantó esta frase : Siempre fuimos muy buena pareja, al menos, en el dominó.
Priceless

BESINES

aLe dijo...

bueno, yo nunca me he emborrachado y eso k me encanta el tequila de echo es lo unico que tomo, tomo mucho mucho mucho y no me hace mucho efecto jejeje pero si tomo una copa de vino tinto o de cualquier otra cosa ....ya no se de mi
besos alevosos

Anónimo dijo...

Que borraaaaaacha!!!

MDFK