miércoles, septiembre 17, 2008

De Fantasmas sabatinos

Y no me refiero a entes incorpóreos metafísicos. Hablo más bien de que la mente a veces nos juega extrañas tretas que nos hacen recordar lo mucho que quisiéramos olvidar a alguien que ya considerábamos en el rincón más lejano de la memoria. Como sea, siguen siendo fantasmas.

Aquél sábado fui a comer con Srita. P y su mamá. El lugar era una casa que sirvió de refugio de artistas que huían de la guerra y que ahora parece, se ha convertido en un lugar cool para la expresión cultural con un ligero acento de caché. Todo sucedía normalmente, los platos circulaban, se escuchaba el barullo ligero de la gente que estaba presente y desde luego, de súbito, se colaba alguno que otro aroma que a modo caricaturesco adquiere forma de mano que te toca e irremediablemente te hace voltear a buscarle el origen. Y al parecer, ahí estaba. Le vi de espaldas y el corazón de repente se me quiso salir, se me bajó la presión y supongo, empecé a tartamudear.

Sabía que las posibilidades de que él estuviera ahí eran casi nulas. El estaba lejos desde hacía un rato. Nadie me había dicho que viniera. Sin embargo, como si no hubiese un océano de por medio, ahí estaba. Su ropa le delataba y el cabello era el mismo, si acaso un poco más largo, pero era igual. No sabía qué hacer, si permanecer en la mesa y continuar con el acostumbrado disimulo, o bien, pararme de un salto de la mesa e ir a abrazarle y decirle lo mucho que me ha hecho falta, quizá hasta reclamarle la indecencia de no avisar su visita. Mi padre decía que en aquéllos momentos en que uno no sabía qué hacer, lo mejor era no hacer nada. Así lo hice.

Seguí la plática con mis divinas acompañantes y de vez en cuando, volteaba de reojo para verle. Las caras de los que estaban en su mesa no se me hacían familiares, pero tampoco le di mucha importancia a eso. Lo que era una verdadera lástima, era que sólo podía verle la espalda, pero eso también era en cierto modo una bendición. Por la mente me pasaron mil imágenes de momentos que pasamos juntos y me sentí revivirlos con la misma intensidad que cuando fueron. En algún rato de esos, él volteó como si con la mente hubiese gritado su nombre. No era él, su cara me era ajena.

Traté de ocultar mi desmejoro por saber que él no estaba ahí. Un rato después, Srita. P puso cara de sorpresa, como si hubiese visto alguna aparición. Se quedó callada por un momento, como sopesando si valía la pena decirme de qué se trataba su sobresalto, y unos segundos más tarde no pudo contenerlo –Ya viste quién está ahí?, no puedo creerlo!- dijo. Supe inmediatamente a que se refería, así que sin voltear a rectificar sólo le dije que ya lo había visto, y que no era él. Se le quedó viendo un rato más y reconoció que tenía razón, pero que sin duda, el parecido –al menos por la espalda- era notable.

Seguimos comiendo todas. Cuando llegó el café tuve que reconocer en voz alta lo mucho que me hubiese gustado ser un poco más valiente y haberle dicho lo que sentía por él.

El siguiente plan para ese día era ir al cine. Ya habían comprado los boletos y llegamos un poco tarde por culpa de la charla de sobremesa, así que les dije que fueran a ocupar los asientos mientras yo compraría lo necesario en la dulcería. Cuando llegué a la sala tuve que hacer un rápido rastreo de rostros para encontarlas y sentarme con ellas. Noté a alguien que se encontraba muy cerca. Definitivamente sabía que no era él, pero con un solo gesto, una sonrisa, y nuevamente el recuerdo se hizo tan presente como hacía unas horas apenas. Tuve que hacer un esfuerzo por no tirar la charola y salir corriendo ante el fantasma que nuevamente me rondaba.

Llegué a repartir las provisiones. No quise decirle nada a Srta. P. Tenía miedo que al contarle, pusiese en blanco los ojos y me hiciera reconocer que lo mío ya se estaba volviendo obsesivo, más si ya había pasado tanto tiempo desde que se fue. Fue entonces que entre sorbos a los refrescos que teníamos en mano, sin esperarlo se volteó a preguntarme si ya había visto al otro muchacho, seguido de un –Se parece, verdad? Digo, no es idéntico, pero tiene algo que me hace pensar que es él-.Asentí y agradecí que no fuese yo la única que lo había visto dos veces esa misma tarde.

Ya por la noche, nos fuimos al bar de siempre. La sensación de haberle visto aún en otras personas 2 veces el mismo día no me abandonaba. Me reprochaba mi pendejada de no haberle dicho nada cuando debía, y finalmente me recomponía la mente al saber que había hecho lo correcto, que hice bien en guardar silencio porque nada hubiera cambiado en realidad, que aquello no prosperaría, porque ya todo estaba decidido cuando le conocí, porque yo tenía un novio y porque ninguno dejaría sus planes por el otro: ni yo podía acompañarle, ni él se quedaría por nadie.

A la fecha, me queda ese sabor de boca y me pregunto la razón por la cual los fantasmas se empecinan con desempolvar sus retratos en las bodegas del recuerdo. Definitivamente, la ciudad ése sábado por la tarde, estuvo llena de fantasmas.

10 comentarios:

El Rufián Melancólico dijo...

¿Y si nos pusiéramos mágicos y supusiéramos que algo del fantasma envía mensajes, aunque sea de recuerdo, en los clones que la chica P y tú vieron el sábado aquel?
No hay que subestimar las coincidencias, sobre todo si vienen cargadas de su guaguancó lírico. Saluditos y hasta pronto, pues.

Eric Uribares dijo...

bienvenidos los fantasmas, que se aparescan, que regresen, que anden entre vivos y muertos, entre recuerdos y futuros, que nos toquen y paren la trompita, si si si

Karla dijo...

ups!
que miedito!!!
lo cierto es que tal vez sea una señal de cerrar círculos, no?
a veces dejamos ciertas cosas sin terminar con la esperanza de que algún día vuelvan.
y sabes qué? no vuelven y nuestra esperanza no termina y termina por cansarnos.
es difícil, pero inténtalo

besos

Icarus dijo...

No hay coincidencias, no hay casualidades, es tu mente jugándote una broma....
Acuérdate amiga, es química mental y solo eso.
Besos

Rogelio Segovia dijo...

dice la canción que no hay nostalgia pero que añorar lo que nunca jamas sucedió.

¿empiezan a sonar interesantes las relaciones estables?

Yo soy ella dijo...

Al parecer esta de moda que los fantasmas salgan a hacernos buu ultimamente. Se nos adelantaron al día de muertos.

Caperucita dijo...

Cada vez me queda más claro eso de que: cada quien ve lo que quiere ver, es posible que la necesidad de ver a alguien que está lejos nos vuelve más sensibles a voltear cuando alguien de rasgos similares se acerca a nosotros.
Como sea, yo que tú le hablaba al que está lejos, al menos para saludar.
Un abrazo!

Jana dijo...

Será una señal de que próximamente lo vas a ver??...

saluditos!

sirako dijo...

yo tengo un fantasma atorado en la garganta.

La Rumu dijo...

Madres! me pasó lo mismo una vez en el foro sol, recuerdo que me puse fría y de inmediato recordé el aroma de su cabello. Hoy mismo un fantasma me puso sentimental... Qué haríamos sin ellos...