jueves, septiembre 25, 2008

De chelas, moños, Scorpions y vientos de cambio (o volver al futuro).

No era mi máximo, pero me lancé al concierto de los Scorpions el sábado. Digo, ¿Quién se negaría a escuchar un poco de rock ochenta – noventero acompañado de chelas dobles en vasito de cartón y en un lugar que se puede fumar?. Llegué a la cita con puntualidad inglesa. Ya me esperaba mi querido Rufián. Llegando hicimos lo obligado: ir por alcohol.

Corría el año de 1992. Yo era una escuincla de 10 años e iba en sexto de primaria. Entonces usaba moños blancos más grandes que el tamaño de mi cabeza para adornar el peinado del día; la moda también era traer copete que parecía fabricado con tubo de papel de baño, un nada sutil crepé y media lata de spray (obvio, entre más alto y voluminoso el copete, mejor). Yo solía no tener el mejor copete, pues mi mamá no me dejaba aplicarme tan generosa capa de fijador argumentando que me quedaría pelona por el exceso del producto, así que generalmente el mío se ladeaba, y para medio día ya estaba casi en mis ojos. Usaba también zapatos de goma semi-ortopédicos y el uniforme en azul marino con rojo.

Para noviembre aproximadamente, la maestra de inglés (cuyo nombre no recuerdo) nos informó que para el magno Festival Navideño de la escuela, nos había correspondido la monada de cantar en inglés. La canción elegida fue “The wind of change” de Scorpions. Más o menos sabía algo de la bandita esa porque mi padre era rockero y tenía algún (os) disco (os)(bueno, cassettes) de ellos, pero de eso, a saber santo y seña de su trayectoria musical, había mucha distancia, por lo que la canción, en realidad, la desconocía. Recuerdo que lo primero que nos aprendimos fue el chiflidito de la rola (claro, los afortunados que saben chiflar, yo a la fecha, nomás no puedo), y que luego de escucharla diario por al menos unos 20 minutos, a fuerza de repetición tras repetición, terminamos aprendiéndola a la perfección.

El gran día del evento era tedioso, pero siempre preferible a estar en clases. Pasaban primero los más pequeños y luego los más grandes. Así, los de sexto tuvimos que aventarnos a presenciar las monadas del primero A, B y C, luego los de segundo año y así hasta que nos tocase a nosotros. Ya estábamos hartos cuando llegó nuestro turno. Nos colocaron en el centro del patio, todos formaditos por estaturas, adornados con la bufanda roja que nos habían solicitado para ese día. Comenzó la canción y todos la empezamos a entonar. Lo que fue gracioso (supongo) es que habíamos ensayado la canción sentados, por lo que en ese momento, parados y sin saber bien hacer, como si nos hubiéramos puesto todos de acuerdo, sólo atinamos a movernos de un lado para otro siguiendo el ritmo de la baladita. Después ocupamos nuestros lugares nuevamente y probablemente habremos hecho algún intercambio de regalos y adiós, felices vacaciones.

El día del concierto, mientras esperábamos el inicio del espectáculo y disfrutábamos nuestras cervezas, le comentaba a Rufián que la única canción que me sabía al dedillo era “The wind of change” porque alguna vez me la hicieron aprender. Él me respondió que era la que menos le gustaba, haciéndome una pequeña reseña del momento en el que esa canción fue estrenada. Me decía que ocurrió en el año de 1991, ese año había caído el Muro de Berlín, el fin de la Alemania Comunista y el de la Guerra Fría. Entonces Pink Floyd organizó el concierto “The wall” y Scorpions (que me acabo de enterar, son alemanes) sacó esta cancioncita, muy ad hoc a los acontecimientos políticos que se habían dado (pueden constatarlo viendo el video). Entendí entonces la razón por la cual había sido escogida en el año de 1992 para el festival decembrino: la hermandad y la esperanza en el futuro flotan en el aire.

Después de un rato, por fin salió la banda alemana a dar su show. Creo que fue un error que les dieran el foro sol, pues a lo más, habrán llenado la mitad. La mayoría de los asistentes ya no eran precisamente jovencitos, más bien, había muchos que fueron acompañados por sus hijos (muchos sabían las canciones muy probablemente por haber crecido con ellas a causa de sus progenitores). Aún así, se revivieron glorias pasadas y también creo que se hicieron paseos por muchos momentos que la audiencia vivió años antes con las canciones del grupo a modo de soundtrack.

Cuando llegó el momento de interpretar la canción que me sabía, obvio la empecé a corear. No pude sino regresar a aquél año de mi infancia. Estábamos hasta abajo del foro, por lo que permanecíamos de pie. Noté entonces que mucha gente empezaba a moverse de un lado a otro siguiendo la tonada de la balada, presentada de forma acústica y me volví a sentir como esa niña de primaria, sólo que ahora, en vez de estar adornada por la bufanda roja (ahora que lo pienso, traía un suéter rojo de cuello de tortuga), sostenía en una mano una cerveza y en la otra, un cigarro. Ya no estaba entre mis amiguitos de escuela, sino entre un grupo de desconocidos que hicieron lo mismo que nosotros en ése entonces, y también caí en cuenta que habían pasado ya 16 años de aquél día en que la canté junto a mi grupo (ya existen los celulares, pues!). Al Rufián le daba risa mi flashback. Seguía yo pensado en quién era entonces y quién ahora, en todo lo que ha pasado para que ése sábado estuviera haciendo lo mismo que hacía tantos años, pero ya en un entorno tan distinto, desfilaban los rostros de los que han pasado en mi vida y de los que están. Sentí nostalgia, pero también agradecí a la vida por el presente y, muy en el mood de la canción, estaba esperanzada en el futuro.

Una vez que el concierto terminó, el Rufián y esta profana persona fuimos a cenar unos tacos. La siguiente parada fue un bar donde estaba Srita. P., donde cantamos con José José acompañados de unos vodkas hasta altas horas de la madrugada, mientras nos reíamos de un borrachito que entonaba con harto sentimiento y con cara de dolor. Fuimos los últimos en salir. Encontré un cartel en la calle en el que ofrecían una cubeta de 6 chelas por 90 pesos, pero decidimos aprovechar la oferta otro día. Había vuelto al siglo XXI, y el futuro había empezado bien.

17 comentarios:

La niña Fonema dijo...

Así andaría el Rufián de borracho: el concierto "The wall" es uno de los momentos más importantes del rock teatral (finales de los setentas y principios de los ochentas, vid. Bowie, David y Genesis). Nada tiene que ver con el otro muro, ni con Scorpions, ni con nada de eso.
Todo lo demás, es decir, tu anécdota, sí está muy bonito. Saludos

Profana dijo...

Aclaración!

Mi estimada María Luna, puede que yo haya sido la borracha y haya entendido mal al Rufián... pero no estoy cien por ciento segura de que me haya dicho precisamente eso, así entendí yo, que es muy distinto.

El Rufián Melancólico dijo...

Zaz, ármense las aclaraciones, ahora sobrio, ja:

"The Wall" es el disco de Pink Floyd, que deben haber sacado en el 78 o 79, el clásico de los ladrillos y los traumas existenciales del buen Roger Waters, clásico de la banda inglesa y buena introducción pinkfloyana en lo que se descubre que lo importante de Pink son los discos "The dark side of the moon", o "Wish you were here", o el "Atom Heart Mother".

El segundo momento: basado en este disco, Alan Parker hace aquella famosa película en la que Bob Geldof se rasuraba las cejas, aparecían unos niños convertidos en carne molida y una mamá que se volvía en monstruo, más o menos como son todas las mamás.

Ahora, el tercer momento es en 1990, cuando bajo pretexto de la caída del Muro de Berlín, Roger Waters (quien en ese momento ya es ex integrante del grupo Pink Floyd) organiza un concierto en Berlín, para celebrar la caída del muro. La obviedad caídadelmuro-thewall, hace obligado que el concierto consista en cantar todo el disco de 1978, pero con artistas poperos de la época. De esta manera, Cindy Lauper cantó "Another brick in the wal", Sinead O´Connors cantó "Mother" y Bryan Adams "Young Lust".
En ese concierto, la única rola ajena al disco The Wall, fue Wind of Changes, interpretada por Scorpions (quienes también tocaron la primera rola, la introducción del disco).
Y aquí viene la interpretación personal: resultaba chocante que temas tan distintos como el rollo intimista-adolescente de The Wall, lo involucraran con el tema geopolítico del muro de Berlín. Resultó un concierto "políticamente correcto" que le hizo perder fuerza al tema del disco. Pero resultó muy pertinente y fue un exitazo.

Si vale una aclaración, doña Prof, fue solamente Roger Waters y no todo Pink Floyd, quienes realizaron ese concierto.

Y si vale la otra aclaración, doña María Luna, además de ser The Wall uno de los momentos más importantes del rock teatral de los setenta-ocheta, también fue ese concierto de 1990, tan exitoso y de tan mal gusto.

Firma: alguien que compró en aquel tiempo ese disco doble tan de moda de "The Wall Berlin 90" y que después se arrepintió horrendamente, después de no soportar tanta Cindy Lauper quesque ya no queriendo ser otro ladrillo en la pared (aja).

El Rufián Melancólico dijo...

y bueh, entre tanta trivia rockera se me fue hablar del post: está interesante este salto temporal entre tu infancia de moñotes cantando Wind of Changes en el patio de la escuela y tu juventú chelera cantando WInd of Changes en el Foro Sol. Y es cierto, de niños a veces nos hacen cantar o entender cosas de las que sólo reconocemos una parte. Obviamente, por los contextos histórico-políticos, "Wind of Changes" se convirtió en una balada icono de la paz mundial y los nuevos tiempos, una especie de "We Are The World" o "Cantaré Cantarás". Y precisamente por eso causa roña. Pero sí, la tocaron rebonito en el Foro Sol (aunque nunca nada como el Príncipe, en el bar, jeje)
Salucita y hasta pronto, pues.

Fer V dijo...

Interesante flashback, pero después del suplemento cultural acerca de Pink Floyd, no puedo evitar sino relacionarlo con los múltiples flashbacks que tiene Pink en la película The Wall. ¡Bizarro!

Y sólo queda un punto que no me hace click, un punto donde las cuentas, simplemente, no me salen.

Al inicio del segundo párrafo dices «Corría el año de 1992. Yo era una escuincla de 10 años e iba en sexto de primaria Así que o entraste a la primaria de 4 años (¿acaso no te querían en tu casa?) o cursaste únicamente los años pares de la primaria (¿por qué? Si se podía hacer eso ¿por qué nadie me avisó? ¡Qué alguien me regrese esos tres años! ¡Con interéses!)

Digo, porque la edad normal para entrar a la primaria es 6 años cumplidos y los niños en 6° tienen, entonces, 12 y 13 años. Y aún cuando en aquel entonces que entraste a la primaria no te hubieran exigido los 6 años cumplidos (en algún tiempo se permitía que entraras a primaria si cumplias los 6 durante el año escolar) habrías tenido 11 ¡no 10!

Entonces ¿dónde me equivoque? ¿por qué no me salen las cuentas? Tengo algunas teorías, pero se aclara todo mejor si tu explicas.


¡Sonrie!

Jana dijo...

mmm ya me confundi.

Je jeje como olvidar esos copetes que incluso te los hacias con el mismo bote de aqua net.. pero al igual que tú no me dejaban y nunca fui tan glamurosa con mi copetote (lo cual ahora agradesco jeje)

saluditos!

Rafael Merino Isunza dijo...

Con motivo de este post recurrí, para recordar precisamente, a una postal de la Puerta de Brandemburgo que compré en Berlín y que trae encapsulada una piedra que se supone perteneció al Muro que cayó la noche del jueves 9 de noviembre de 1989, después de esta simbólica fecha se realiza el concierto "The Wall Live in Berlin" el 21 de julio de 1990. Hago este comentario para precisar detalles que se dejaron sueltos en el texto.

Yo estaba en secundaria cuando todo esto sucedía, era imposible evitar la conmoción por la inminente caída del bloque socialista y la inocente creencia de la victoria de “los buenos occidentales” sobre los “malignos” rusos, que a ellos era a quién mejor me remitía la canción de Scorpions pues mencionaba el Parque Gorki de Moscú y al instrumento musical ruso: la Balalaika.

Profana dijo...

Generique: Muy observador! Te explico rápidamente eso de mi edad.

Nací un 22 de marzo del año 1982. Entré a la primaria de 5 años (gracias a un pequeño chanchullo que mis padres hicieron) pues no querían que entrara de 6 años y medio.En noviembre y diciembre de 1992 tenía 10 años. Los once los cumpli en marzo de 1993.Entré a esa misma edad a la primaria, de tal suerte, cumplí 12 estando en primero de secundaria!

No hubo años robados, lo aseguro. Me gradué recién cumplidos los 22.
Espero esta breve nota lo haya explicado mejor.

Rafa: Gracias por las precisiones. Como había dicho, probablemente estaba borrachina y mi mente procesó mal la información que recibí. Tu sabes cómo soy!

Profana dijo...

Verdaderamente estoy mal. Tratando de aclarar he tenido en innato talento de revolver más.


Fe de erratas: donde dice "Los once los cumpli en marzo de 1993. Entré a esa misma edad a la primaria, de tal suerte, ..."; debería decir "Los once los cumplí en marzo de 1993. Entré a esa misma edad a la SECUNDARIA, de tal suerte,..."

Rafa: todos los que vamos a Berlín compramos una de esas postales, verdad?

La niña Fonema dijo...

No, pos yo nomás decía y ya hasta hubo cátedra de rock alternativo. Lo chido de los posts es que se estiran.

Lilián dijo...

Lo primero es lo primero: NO me sorprende para nada que el Rufián se pusiera a hablar de su bendito CONTEXTO. Nunca falla. Ensayos de lo trivial a la orden del día.

Sobre el flashback, uuuuy. Yo siempre me acuerdo: en un día como hoy, pero de hace 10 (15, 7, 12) años, yo estaba -inserte alguna ñoñada- mientras que ahora estoy haciendo -inserte alguna barrabasada.

Genial comparar. Es como una curva de decadencia que sólo a uno mismo le parece divertido.

¡Abrazos!

Karla dijo...

vaya tiempos aquellos!!!

Defeña Salerosa dijo...

Ya empezamos a nostalgear. Mis papás también hicieron chanchuyos para q yo entrara más chiquita a la primaria, chale, ahora quítenme este complejo de ser la más joven de todos (por eso me choca que haya gente más joven que yo en grupos amigueriles y oficiniles).

Me he dado cuenta que no sé casi nada de música...


¿Se largaron a un concierto sin invitar?

Qué malos.

5inister dijo...

Mi maestro de física de la prepa siempre llegaba a clase con su maldito chiflidito y desde entonces lo odio.

Lo único que odio más es que en sexto de primaria en lugar de rockear tuve que cantar la canción de 'vamos juntos' de 'Vaselina' (ese día aprendí que la vaselina puede anteceder a situaciones muy dolorosas).

desde algún lugar ... dijo...

Un gusto leerte en esta vuelta al pasado jeje.

P.D. Antes desde el Pacífico

RED SHOES GIRL dijo...

Que puedo decir, ustedes si que lo pasan bien..... jaja me hiciste reir mucho, con eso de que los conosco físicamente fue más fácil la visión...

Besos

Detective en apuros dijo...

No soy yo nadie para corregir a nadie, pero la rola se llama "Wind of change"... I follow the Moskva, down to Gorky Park, listening to the wind of change...