martes, octubre 14, 2008

Del Salmón y las espinas

A lo lejos se escuchaba venir. Ya después era un hecho: Calamaro iba a estar en el DF. Cosas como esas se ven poco, así que, cuando Lear dejó su ticket abierto por su partida, no tardé ni lo que dura un chasquido en adjudicármelo casi sin preguntar, para ir en su nombre y representación y acompañar al querido Rufián.

Debo confesar que en los últimos días he andado con el ánimo por los suelos, si no es que más bien, enterrado. Algunas situaciones laborales que me han hecho entender que los derechos de los trabajadores son una utópica ilusión. Tener que soportar condiciones casi infrahumanas de trabajo, a estas alturas, me hacen pensarme como obrero del siglo XVII o esclavo de señor feudal, me han hecho perder hasta el coraje o las ganas para lanzar algunos buenos gritos, como antes solía hacerlo. Aunque lo estoy disimulando, las últimas 2 o 3 semanas me no han resultado precisamente placenteras.

Aprovechando encontrarme a vísperas del concierto, traía a Calamaro de estribillo diario; un ilusorio escape mental, supongo, a mi ya usual y diario enfurruñamiento producto de pasar 12 horas en la oficina, comer a escondidas y no tener un día de descanso. ¡Qué monserga!.

Sin embargo, el día del concierto amanecí feliz no obstante ser lunes. Todo ese día olvidé los enojos, los sinsabores y la desesperanza. Ese día vería a Calamaro, no necesitaba más. Desde luego, muy temprano empecé a instrumentar las estrategias a seguir (plan B y C) por si mi jefe se pusiera obtuso y no me dejara salir a tiempo para estar puntual a tan ansiado encuentro.

Afortunadamente, llegué más que a tiempo, todavía pude sentarme en las escaleras del auditorio, esperando a Rufián, fumando un cigarro mientras sentía el frío viento colarse por todos lados. La gente llegaba a montones, todos emocionados. Yo también lo estaba, seguramente no más que la mayoría, pero cuando no todo va precisamente bien, uno suele apreciar y agradecer aún más las pequeñas grandes cosas de la vida que nos aceleran el ritmo cardiaco y nos sacan la sonrisa más evidente de los labios.

En cuanto entramos, el Rufián y yo nos dirigimos a la parada obligada: el expendio de alcohol más cercano. Después ya ocupamos nuestros lugares. Era de esperarse que el concierto empezara con El Salmón. Pocas veces había visto el auditorio tan lleno, tan efervescente, tan ruidoso. Todos coreaban las canciones, brincaban, gritaban y aplaudían. Creo parte importante de tanta potencia por parte del público vino de la larga espera por la visita del cantante al país; y bueno, también el hecho de que Calamaro es grande, versátil, entregado. No debe ser fácil componerse un rock, luego armarse una balada cumbiancherona y después aventarse un tango, pero él lo hace, y lo hace bien.

El tiempo era muy corto para darnos gusto a todos con la selección. En realidad, el playlist estuvo de lujo, pero todos hubiésemos cambiado alguna canción por otra, o por varias más, porque en realidad, a todos también nos faltaron unos 5 minutos más (o quizá 2 horas, más bien). Atreviéndome a hablar tanto a título personal como por el Rufián, por nosotros hubiese tocado tanguitos todo el tiempo. Sólo 2 no eran suficientes, aunque, desde luego, en ese momento nuestro ausente se hizo presente y hasta le llamamos por teléfono para que escuchara (sólo Dios y él sabrán si la llamada se recibió). Comprendo que quizá no a todo el mundo le encantaría, pero creo firmemente que a quien le gusta Calamaro, debe gustarle el tango, porque él mismo se ha dedicado a incluir al menos uno en sus discos y a grabar varios.

También creo que uno de los grandes aciertos del autor son sus frases. ¿Quién no ha pensado en decirle a alguien “quiero ser el único que te muerda la boca” o “soy tuyo con mi mayor convicción”?. Personalmente, también he acusado muchos desamores con el Sr. Andrés en más de una borrachera.

A mí me hicieron falta la parte de adelante (sin albur) algo contigo, nostalgias, volver, mano a mano, bueno, insisto, tangos! Aún así, fue un espectáculo fenomenal. Ojalá el Salmón regrese el día menos pensado. Hoy en su página oficial puso que llevaba un buen recuerdo de México (obvio, entiendo que no podía poner algo contrario), pero sí creo que recibió mucho más de lo que probablemente esperaba.

Por mi parte, me olvidé de todo lo que traía en la cabeza. El lunes fue un gran día: Salí temprano (bueno, bueno, huí vilmente, pues), estuve con el buen Rufián, quien siempre me hace reír a carcajadas, tomando cerveza, escuchando a Calamaro y mucha emoción. Salí del concierto liviana como espuma de chela.

Mi querido Lear, te perdiste de uno muy bueno, pero no faltaste del todo. Espero ya no me sigas profesando la ráfaga de odio que me declaraste. Ya quiéreme!

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Las llamadas, querida profis, se recibieron y se disfrutaron hasta donde la tecnología satelital permitió. Morí de envidia, pero como ya no es ayer le mando muchos besos.

Ricardo dijo...

jajaj yo tenia boleto en manoooo en las primeras filas y no fui!!! jajaja sin que me odies creo q no ubico ni una de sus canciones! pero se ve q te la pasaste bien!!
ya postea mas seguido!!

saludos

Fer V dijo...

¿Trabajando bajo condiciones casi infrahumanas? ¿esclava en un sistema feudal? ¡Vámos!

No, no. No te estoy descalificando ni insinuo que exageras, después de todo yo también trabajo en este país. Y el sistema feudal no es muy diferente de costa a costa y de frontera a frontera. Pero la rutina diaria no es la vida, ni es tan importante.

Sí, si pudieran mejorar las condiciones de trabajo (y la paga) ¡qué mejor! Pero mientras eso sucede... ni modo ¡hay que comer!

Y a disfrutar de las cosas que realmente valen la pena, como el concierto. -Mismo que estoy seguro que disfrutaste mucho más de todo lo que te quejaste porque no hubo tango.-

«Salí del concierto liviana como espuma de chela.» ¡Ah!¡Me gustó la frase!... ¡Brindo por qué te sientas así más seguido!




¡Sonrie!

Jana dijo...

Solo puedo decirte que mori de la envidia porque ni como ir al concer ... que chido que pudiste estar ahi!!!... cool

saluditos!

Caperucita dijo...

Hay veces que lo que tenemos lejos de generar bienestar y felicidad, solo es causa de depresión, lo bueno es que tenemos la "voluntad", la cual nos permite cambiar nuestro entorno.

Respecto al concierto, neto que me da mucho gusto que te hiciera sentir mejor, por cierto, gracias por permitirme escuchar: Sin documentos!!!

Un abrazo

Rogelio Segovia dijo...

nada como empezar el lunes con cerveza.....

lastima que tomes corona.....en fin, nadie es perfecto.