martes, febrero 10, 2009

De cómo Profana rechazó tontamente la oportunidad de rozarse con los famosos

A veces uno piensa que está estancado, que no tiene el anhelado futuro mejor, que ha llegado a su máximo nivel de crecimiento aunque ese tope represente más bien una mediocridad, y por ende, tendrá que seguir talacheando mientras otros pasan por encima de uno a ocupar ese puesto tan superior que uno nomás no da crédito, mientras entrecierra los ojos y frunce el seño en evidente descontento y extrañeza o agita los puños vigorosamente en el aire en señal de portesta. Claro que la actual situación laboral tampoco es un indicio de esperanza, sino todo lo contrario.

Sin embargo, la vida a veces da sorpresas maravillosas y nos hace ver que estamos equivocados. Hoy fui testigo de ello y me congratulo.

Hoy venía manejando por Insurgentes. Había tenido que ir a ver a una concertista, por lo que me arreglé un poco más de lo que suelo hacerlo. La tarde fue agradable, así que, pensando en ello, pude neurotizarme un poco menos a causa del tránsito propio de la hora pico sobre esa avenida. Justo a mi lado se paró un auto rojo descapotable. Venía conduciéndolo una chava no mayor de 30 años. Noté que se me quedó viendo en dos altos, pero tampoco le di mucha importancia. Justo en el tercer alto, la conductora se detiene justo al lado del auto que yo venía manejando, y me empieza a decir algo. Creí que se referiría a que quizá traía la puerta mal cerrada o probablemente a alguna falla con las luces o algo así.

Tuve que bajar un poco más el vidrio para escucharla mejor. Ahí, en ese momento, el cielo dirigió un rayo hacia esta profana persona:

Desconocida: Oye amiga, de casualidad no estás buscando trabajo?

Profana: (Amiga? pos cuándo robamos juntas, pendeja? Y sí, no estaría mal cambiar de chamba pero viene mi jefe) - No, no busco.

Desconocida (y aparentemente, amiga mía?): Ah, mira, lo que pasa es que estoy buscando gente. Es para trabajar en el Restaurante de Cuauhtémoc Blanco!

Profana: Ah, pos no, muchas gracias.

Entonces pensé: Oh, cielos, creo que he dejado pasar la oportunidad de mi vida!. Claro, acaso no es el sueño de todos trabajar para un futbolista que habla hasta con faltas de ortografía? Para qué demonios estudié derecho por laargos 5 años y me acongojo por no tener una maestría cuando mi vida podría resolverse trabajando en el restaurante del Cuau? Y lo más importante: de qué me vieron cara como para ofrecerme ese trabajo???

Desafortundamente, tuve que dejar pasar tan generoso ofrecimiento y una vez más postergaré mi oportunidad de rozarme con los famosos faranduleros del país o de escupir un plato antes de servirlo.

Después de tanta vuelta, sólo me quedaba una pregunta básica: ¿Mesa o gabinete?

Y yo creí que no habría oportunidades! Nomás no agarro talento. Ahora voy a ahogar el incidente en ron, qué más da!

13 comentarios:

El Rufián Melancólico dijo...

qué mal amiga, perdimos la oportunidad de ir a los palcos del azteca a ver cómo pierden esos pobres y tristes aguiluchos frente a quien sea, por no haber aceptado el trabajo, amiga.
Claro que también amiga, muy triangulado y de toquecito habrá sido un piropo soterrado, amiga, porque ¿quién aborda a otra conductora, amiga, para decirle que si no quiere ser hostess (no me imaginaba otro cargo amiga) del restorán del cuau? Seguro la tipa le habrá visto los ojos impresionantes, amiga, y la actitud de no me merecen, amiga, y se habrá dicho la chica: pos de aquí soy.
Pero sí, bueno, no hubieras funcionado en la chamba esa amiga: tanta gente bebiendo y usté fingiendo sobriedad... pero está buena la historia, para la egoteca personal.

Cynthia Ramírez dijo...

Ahhhh amiga! Era LA oportunidad! Con un poco de suerte y hasta te tocaban de propina una cachetaditas de Temito "el golpeador"

Fer V dijo...

¿Habla con faltas de ortografía? Vaya. Sí, pasa. Conozco a un par así y ni futbolistas son.

En fin, hay oportunidades que son relativamente buenas (no dudo que inicialmente te hubiera ido mejor económicamente), pero que se le va a hacer ¿no? Tiene pocas (o nulas) perspectivas de crecimiento y, al fin, se acostumbra uno a vivir como profesionista, incluidos los sacrificios que esto implica.

Y sí, coincido con Rufián, debieron haber sido tus ojos ;)



¡Sonríe!

Caperucita dijo...

Amiga, ¡¡¡jajajajajajajaja!!!

Como habrás notado por mucho que no tengas el espíritu de hostess (entendiendo por esto a buenotas enseñando las chichis y que te llevan a tu mesa, mientras tu pellizcas a tu acompañante hombre que ya le quitó hasta los calzones con la mirada a la seño), tus ojos, tu sonrisa y esa carita bien te pueden hacer pasar por una de ellas sin problemas (nomás no abras la boquita "amiga").

Que simpática experiencia.

Abrazo... amiga

B West dijo...

oye, quizá le gustaste,digo no es muy buena forma de ligar, pero sigamos el cliclé dela chica en el descapotable y pensemos que es boba, digo... no sé que te vería para gritarte que si buscas trabajo.

:s
saludos, amiga!

Anónimo dijo...

Caramba, profana, yo también quería boletos de palco en el azteca..., ya será para la otra

Icarus dijo...

Oye wey, y si te queria contratar mas bien porque te vio bien buenota? Igual tomalo como un halago!!!

Shias, nunca has aplicado contratacion en el hooters? quien quita y es tu mero camino!!!

besos

Emilio M O dijo...

Porque no pensaste que pudimos ir a chupar gratis al bar aquel. que desconsiderada con tus parroquianos.

SalU2, un abrazo

Defeña Salerosa dijo...

Uy, y esa enigmática joroba es taaaan irresistible...

Opino lo mismo que Ícaro, no creo q te viera cara de mesera, pero cuando leía no pude evitar soltar la carcajada.

Eric Uribares dijo...

mínimo hubieras preguntado el sueldo Guaraxa enunadesas

chiaaaaaaaa

Juan Luis Urribarrí dijo...

Definitivamente te quería ligar, esta chica del descapotable, y no la culpo.

Saludos, El Cantinero

Rafael Merino Isunza dijo...

Me temo que tampoco hubiera sido tan buen negocio, hoy salió en los diarios que el "Cuauh" se nos casa a finales de año.

¿Para qué estar entre disPutas?

La Rumu dijo...

jajaja... nos decían cuando estudiábamos que la abogacía era noble profesión y harto más respetada que un 'restaurantero, pero claro, fue un error de apreciación.