martes, abril 22, 2008

De asquerosos manjares y cortesías.

Llovía mientras llegaba al aeropuerto. Era jueves por la noche y me faltaban escasos minutos para subir al avión. En menos tiempo aún habría ya llegado a mi destino. Mi jefe había llegado un día antes. El trato era dar una pequeña consultoría para unos extranjeros, chinos, según me había dicho. No sabía bien de que se trataba el asunto, sólo me quedaba claro que en caso de concertarse acuerdo alguno, habría algún dinero extra.

Durante la mañana del viernes estuve atendiendo desde alla cuestiones de la oficina. Nos reuniríamos con los chinos a la hora de la comida para discutir el asunto de la consultoría. A la hora acordada pasó un automóvil blanco para llevarnos con ellos. Nos llevaron a un restaurante pequeño, pero de apariencia muy selecta. Pasamos entre las mesas y seguimos de largo, nos conducían a una especie de pequeñas salas, donde ya nos esperaba el chino mayor junto a su asistente personal. Mientras nos explicaban el problema sobre el que había que emitir opinión, se hizo presente otro simpático chino, medio regordete, vestido de chef. Comenzó a hablar con los otros dos chinos en su idioma. El chino mayor se volteó hacia mi y me dijo en ingles que en virtud de nuestra visita, quería agradecernos ordenando una delicadeza gourmet china, por lo que había pedido la "sopa especial", un huachinango, camarones y verduras. -Suena delicioso. Muchas gracias- contesté mostrando simpatía por ser merecedora del honor.

Siguió la plática. Imaginaba suculentos platillos, del tipo de comida del Hunan, o ya de perdida, de un China in a box. En eso, llegó el mesero sosteniendo una sopera con detalles que evocaban algún ornamento de dinastía Ming, la colocó sobre una charola junto a nuestra mesa y comenzó a servir los tazones. No pude evitar notar que primero los llenaba de material sólido. Esparció primero algo, que no sabía bien que era, pero que tenía un fatal aspecto; un tipo de masa gelatinosa (parecida a la pata que se hace para las tostadas), de color ámbar, porosa, cortada en cubos, para después añadir unas bolas de carne de no muy buen aspecto, y finalmente, vació el caldo de la sopa.

Entré en pánico... soy excesivamente quisquillosa con la comida, un mal legado de mi nana, quien ante mi desaprobación por la sencilla vista de un platillo, corría a la cocina a preparar otra cosa al momento sólo para darme gusto. No puedo tolerar cierto tipo de texturas en la boca, especialmente aquellas que son viscosas o gelatinosas (razón por la que jamás me verán comiendo "cueritos"), por ciertos sabores (ejemplo: odio el jitomate) y ni siquiera me arriesgo a probar algo que mi vista no me recomiende. Preferí no preguntar qué contenía la dichosa (y putísima) "sopa especial"; bien sabía que si a mis oidos llegaba el nombre de algún animal extraño, mi mente me iba a hacer tal jugada que de entrada, ni siquiera me arriesgaría si quiera a oler.

Cuando ya se encontraban los tazones frente a sus respectivos comensales, el chino mayor se volteó hacia mi, como esparando que hiciera yo la monada de empezar a comer. Metí la cuchara al plato y decidi intentar partir uno de los chingados y nada apetitosos cubitos, sólo para tratar de determinar un parecido con algún alimento conocido. Era suave, pero viscoso... así que para mis adentros repetía con insistencia a tipo de programación mental: "piensa que es manzana cocida, piensa que es manzana cocida". Levanté de nuevo la mirada sólo para descubrir que seguían viéndome, por lo que tuve que reunir fuerzas y abatir voluntad, al tiempo que sumergía la cuchara en la mentada sopa nuevamente para llenarla, y después, ir acercando el menjurje hacia mi boca. Comprobé con desagrado que efectivamente, la textura era espantosa. Evidentemente tuve el refrrejo de escupir, pero sabía que no podría darme ese lujo pues se trataba de potenciales clientes, dinero y al final de cuentas, era un gesto amable de su parte. Tragué sin intentar encontrar sabor alguno. Aún así, quería mentar madres, salir corriendo, mínimo aventar la chingadera de sopa al suelo. Únicamente me limité a hacer un gesto de mínima y discreta aprobación por el supuesto manjar, haciendo mención de que definitivamente, la sopa era algo especia. Los chinos se mostraron complacidos y comenzaron a comer, mientras que yo sólo sorbía el caldo, que tenía un sabor fuerte. En cuanto pude, llamé al mesero y pedí que retirara mi plato, al ver que el chino menor tomaba el cucharón de la sopa para sevir otra ronda. El resto de la comida no fue mala. Me dediqué a pensar lo mucho que hubiera disfrutado de unos simples (pero exquisitos) tacos al pastor, o un pozole.

Ya que hubo terminado la comida, y estando a solas, le pregunté a mi jefe por los ingredientes de la sopa, en obvio de que el visita china con mucha regularidad. Contestó con una sonrisa burlona que en realidad, por mi bien, prefería no decirme. Insistí hasta que obtuve la respuesta: Era carne de cerdo, algo así como testículos de pájaro, y por qué chingados no? Carne de vívora amarilla!!!!. -Me carga la chingada, qué asco!- dije exhaltada. Solicité la anuencia para salir sola en la tarde una vez que concluyeran las labores. Tuve que tomarme unos vodkas para pasar el sabor de boca y miniminzar las probabilidades de sufrir alguna enfermedad por haber consumido semejante asquerosidad.

El sábado, aprovechando la visita, fui a comer lo típico: una torta ahogada ligeramente picosa. No pude evitar pensar en el enorme regocijo que sentiría de ver a los pinches chinos tragando lo mismo, y que después les cayera "La maldición de Moctezuma".

Concluisiones del viaje:
1.- Soy bien naca.
2.- La comida china gourmet y sofisticada apesta en más de un sentido.
3.- Mis deseos de venganza son grandes.
4.- Aún siento asco de recordar.

16 comentarios:

Invierno Funk dijo...

Ok.

Anónimo dijo...

No manches, Profana, ahora sí que ya no sé... Comencé a leer tu post con el gozo y disfrute habitual, pero llegué al final del primer párrafo y leí: "No sabía bien de que se trataba el asunto, sólo me quedaba claro que en caso de concertarse acuerdo alguno, habría algún dinero extra". No pude sino pensar: "Zas, Profana se hartó de niño d y ya se metió con un padrote...". Luego la historia de la asquerosidad me desengaño.

¿Has notado que buena parte de tus aventuras comiezan los jueves? Curioso.

Besos y abrazos.

El Rufián Melancólico dijo...

Yo creo que esta comida tan asquerosa era para probar hasta donde pueden llegar tu jefe y tú para obtener el famoso negocio, en cuyas cláusulas en criptogramas chinos se contemplan muchas más comidas de este tipo, con innovaciones que los chinos ahora inventan y experimentan con torturados tibetanos. Es decir, el futuro se ve oscuro... y gelatinoso... saludos.

Eric Uribares dijo...

Yo también pensé que ya te habías vinculado con la mafia Húngara y que ahora le ibas a entrar al negocio del placer carnal...aunque al parecer entraste al negocio del noplacer.

Yo ese día comí un guarachito de pechuga, sin queso, por aquello de no atascarse; lo partí a cuadritos y mue jue lentito, aunque eso sí, me lo acabé tooodo. :P

Jana dijo...

Nooo que horror!!... ups eso de andar comiendo cosas extrañas a mi tampoco me agrada pero ni como despreciar a este tipo de gente .. pobre de ti me imagino ese momento y me da cosa neta, yo también odio las cosas viscosas!!.. que bueno que pudiste recurrir a unos vodkas eso alivia todo jejej...
p.d.. neta te comiste una torta ahogada? eso tampoco me late jeje.
saluditos!!

Ricardo dijo...

jajajajaja si alguna cosa aprendi de los asiaticos cuando trabajaba en toyota era siempre conseguir la manera de safarme de cualquier compromiso q incluyera comida con ellos, jajaja me senti identificado con la consistencia gelatinosaaa, diuuuuuu
anyway te llevaste la lana extra o se te fue en las rondas de vodka??

saludos

Anónimo dijo...

wakala!!!
yo tambien soy SUPERMELINDROSA y ya imagino la que pasaste al tener que probar aquella cosanosequeasquerosa.
lo bueno es que el alcohol todo lo desinfecta o al menos nos hace olvidarlo!
besitos trasatlánticos

www.paquitaesunadiosa.blogspot.com

Invierno Funk dijo...

Ok... Ok....

No necesito besos profanos para levantar embarrgos, cual burócrata sindicalizado,
sin embargo tu gran ímpetu en dar continuidad a este gran proyecto, me obliga sin más
preambulos, a remover los sellos de embargo y clausura:

La AIFOB Asociación Internacional de Fomentadores del Blog, se enorgullece de quitarle
el tache que le había otorgado por la falta de posteo.

Un aplauso como no!!!!

Portese mal.

invierno.funk

Icarus dijo...

JAJAJAJAJAJA
Profana!!!!! no manches!!!!!!
Aguantaste como las campeonas y era lo que se esperaba de tí, tragan y apestan de la madre en asia, pero con el pedo de la globalización lo primerito que hay que globalizarse es la panza, luego te cuento la mierda con ajo que comen los pinches Koreanos..... hasta ellos apestan de tanto pinche ajo que tragan.
Pero ps ni pedo, asi es el bisne no??
Besos desde el desierto
Manuel

http://www.icarotropezo.blogspot.com/

desde algún lugar ... dijo...

Y fue buena lana por lo menos?

Defeña Salerosa dijo...

Pobrecilla.
Coincidencia grande que parte del nombre de tu blog sea "Sorbitos"...jejejeje

JL dijo...

Ewwwwww, asco milchocomil!!!!!!!! jajaja, amiga te la volaste pero neto que bolas!!! osea yo no hubiera podido, por eso siempre trato de hace bisnes en el occidente jajaja, sigo en shock con la vibora amarilla, osea wtf!! jajaja, pero bueno me da gusto estar de vuelta y seguir siendo tu fansss u know!! love ya!

Anónimo dijo...

quien es genis

Anónimo dijo...

profanita, no te enojes todo es culpa del puto pendejazo del carcamen sorry :)

Ricardo Arce dijo...

les hubieras dejado un regalito en el baño!!!


jejeje





Abrazos restregantes.

Emilio dijo...

Los primeros párrafos del post me hicieron pensar en ti como una especie de Uma Thurman en Kill Bill en el DF... no podía esperar a que salieran espadas o pistolas, jaja, me reí bastante.
¿No te gusta el jitomate... y la pizza?
Saludos