Era viernes a las 8 de la noche. Iba saliendo de la oficina después de un día harto estresante y no me había dado tiempo de comer. Quería llegar pronto al lugar de reunión. La promesa había sido tacos de canasta y mucho alcohol desde las 4 de la tarde y hasta morir. A parte del inminente dolor de cabeza que suele perseguirme a causa del hambre, estaba enojada pues me habían dado mi cheque hasta las 6 de la tarde. Evidentemente, a causa de ello me quedaría el fin de semana con los 40 pesos que traía en la bolsa y sin posibilidad alguna de hacer prácticamente nada hasta el lunes que pudiese cobrarlo.
En cuanto llegué me puse a comer, ataqué la canasta que todavía tenía una generosa cantidad de tacos todos a mi disposición, pues el resto de la comitiva ya había comido. Una vez que pude aplacar un poco el hambre me dispuse a socializar. Un rato después sólo quedábamos 6 personas.
Ge propuso entonces irnos a la casa de Morelos. Todos se vieron animados con el plan, menos yo. No es que no quisiera irme, pero me disgusta sobremanera no tener dinero cuando se planea una salida, me causa incomodidad. Él propuso pagar las casetas y Niño D pondría el coche; según ellos, lo demás ya era cosa de nada: teníamos media canasta de tacos y había sobrado suficiente alcohol como para vivir el fin de semana bebiendo sin que pudiese haber escasez de espirituosas. Mi negativa entonces parecía ya poco viable y una de mis frases acostumbradas fue usada en mi contra, después de todo, si vivimos en una democracia y la mayoría había resuelto que nos fugásemos, no había más que discutir.
Pasamos a casa de cada uno. El tiempo para sacar lo que se pudiera de nuestros clósets era de 5 minutos cronometrados antes de que otro nos sacara a patadas de nuestras moradas. Así emprendimos el viaje.
Llegamos desde luego con muchas ganas de iniciar (o de continuar) la fiesta. Ese día nos fuimos a dormir temprano. Dicen que cayó una tormenta tan fuerte que despertó a todos. Yo estaba tan cansada y dormí tan profundamente que jamás me enteré de los truenos, ni de los portazos, ni de las corretizas por la casa, ni de los gritos que empezaron a levantarse cuando cayeron en cuenta que dejamos el estéreo en el jardín y éste ya más bien era una especie de fuente; no, yo sólo me abandoné a los brazos del buen Morfeo y no decidí regresar sino hasta la mañana siguiente.
Al día siguiente desayunamos tacos de canasta y pastel que sobró de la fiesta. La variedad era considerable: papa, frijol o chicharrón. De ahí nos pasamos a tomar el sol y escuchar música mientras seguíamos bebiendo. Empecé con Wisky, y luego se abrió el Vodka y después opté mejor por un buen Bacacho. Nos pusimos luego de un rato a jugar jueguitos de borrachos, donde la intención no es ganar, sino perder y hacer beber al otro hasta dejarlo completamente alcoholizado. Más tacos de canasta y pastel para comer-cenar y después a seguir bebiendo.
Abrí los ojos. Reconocí el cuarto, pero me preguntaba por qué estaba yo ahí, si el día anterior había ocupado otra habitación. Pensé en estirarme, pero alguno que otro dolor se asomó por mi cuerpo, sin que supiera a ciencia cierta de dónde venían o por qué estaban haciéndose presentes, así que, en búsqueda de su origen, me destapé. Seguía en traje de baño y éste permanecía mojado, cosa que no pudo sino extrañarme más, pues no ha habido ocasión en que no me ponga mi pijama antes de dormir; luego noté que no me había recogido el cabello y éste se encontraba todo desperdigado por la almohada, húmedo. Trataba de recordar cómo había llegado ahí, sin que la mente me diera una sola pista. Me levanté de la cama y me dirigí al baño. No tenía nauseas, pero necesitaba verme al espejo, eso quizá ayudaría a reconstruir la memoria. No podía creer lo que veía: mis codos estaban al doble de su tamaño y traían un color entre negro y morado horrible; justo igual que mis rodillas.
Salí a buscar a alguien que me explicara. Traté de ser sutil, pero todos cooperaron en la reconstrucción de hechos. Aparentemente, el día anterior me excedí de copas como nunca. Estaba metida en el jacuzzi y me salí intempestivamente de él. Iba caminando al baño, pero se me olvidó ponerme las sandalias, así que el agua y el piso me hicieron resbalar, y en mi intento por volver a ponerme de pie, volví a resbalarme sucesivamente como unas 7 u 8 veces más, cayendo con las rodillas y los codos. Una vez que pude ponerme en pie llegué al baño. Bacha me vio de lejos y me alcanzó. Creía que vomitaría o algo así. En realidad, yo sólo quería orinar. Descubrimos también que soy una borracha muy consciente: Una vez que salí del baño, me reconocí lo suficientemente ebria como para meterme de nuevo al jacuzzi, así que me senté en una banquita que está ubicada justo enfrente del jacuzzi. Podría estar cayéndome de borracha (literalmente, claro), pero la actitud fiestera no había sido mermada ni un ápice, por lo que aunque a ratos dormitaba sobre la banquita, en cuanto sonaba una canción que me gustaba, me reincorporaba para cantarla (que en realidad era balbucear, porque ya no podía decir bien ni una palabra). Entre Niño D y Ge trataron de llevarme al cuarto, pero no me pudieron mover, al parecer, mi peso muerto no es cosa de juego. Después de un rato, decidí que era hora de acostarme, así que sin más, me paré. Niño D corrió a sostenerme y llevarme a mi cuarto, me llevó en la cama, me tendió sobre ella (esto se pone emocionante, verdad?) ... y luego me tapó y se fue a seguir la fiesta. (Así termina la triste historia de la única vez que Niño D lleva a la cama a Profana).
Bacha hizo la observación de que esta profana persona bien podía haber sido merecedora a una presea por "la mejor imitación de Bambi, en la escena donde éste aprende a patinar en hielo" (sólo que en versión borracha, claro).
Al parecer esa noche también llovió a cántaros. Al día siguiente amaneció nublado y todo el día estuvo así. En grados mucho menores al mío, pero todos también se levantaron crudos, así que desayunamos tacos de canasta y pastel otra vez, pese al hastío que ya sentíamos por ellos, pero nuestra falta de presupuesto no nos daba muchas opciones. Decidimos ver películas tirados en la sala. Todos hicimos algún comentario malicioso respecto a mi fino e intachable comportamiento de la noche anterior cuando vimos "Leaving las Vegas" y yo estuve a punto de llorar conmovida por el drama de entender que la vida de un borracho no es fácil, aunque también me dio cierto gusto saber que me falta mucho para llegar a un extremo que me deshaga algo más que las rodillas y los codos.
De casualidad y por buena suerte encontramos una sopa instantánea que compartimos entre los cuatro a la hora de la comida, pues más tacos de canasta ya eran intolerables.
Regresé al D.F. con mis 40 pesos intactos, los codos y las rodillas hinchados y amoratados (mismos que permanecieron igual por una semana y media), con la duda de saber qué se sintió que niño D me llevase a la cama, con la hermosa reconstrucción de hechos de un blackout de varias horas y con una sonrisa en la cara.
Ese fue un buen fin de semana, la idea era escapar de la ciudad y de las presiones... y me disipé tanto de todo pensamiento esos días... regresé con la mente en blanco... y cierta aversión por los tacos de canasta, que no he querido volver a comerlos desde entonces.
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Hace 3 meses
7 comentarios:
¡O.M.G!
*Jeje*
La verdad es que me gustaría poder contar alguna historia de extrema borrachera la mitad de buena que esta, pero ¿qué tan buena sería si la pudiese contar?
Para buenas historias de blackout total podría en cambio referirte a algún amigo, compadre, colega mio, dicen que hice alguna u otra barbaridad, de las que, afortunadamente, no quedó rastro en mi menoria (y por ende cero cargo moral).
Sería posible, en cambio, que narrara alguna u otra borrachera severa, de las que no llegaron a black out, algunas de las cuales salí bien librado, y otras con tremenda cruda y algunas más hasta cruda moral. Pero ya me extendí demasiado, quizá en otra ocasión ;)
¡Sonríe!
No jodas, prof, crudos y comiendo pastel de hace dos días... Eso supera con mucho al agua con sal.
mta,
ya me andaba yo emocionando con la historia de la cama...la mera verdat Guaracha mia, con todo el respeto que tu le mereces a este lindo pimpollo llamado Isteri, si yo me la hubiese llevado a la cama así de borracha, CLARO que hubiese abusado de Ustet, faltaba más
así de barbas¡
Que onda con el blackout? Eso de imitar a Bambi merecía publicación en youtube... jajaja
No hay como tener blackouts, despertar y ver que tu dinero sigue como lo dejaste.
Lo de los moretones te resta algunos puntos (pero poquitos)
Uff!
Siglos que no me pongo un estado de esos ...
Me lo antojaste jejeje
Saludos
Qué hay profis! Pues yo también esperaba otro vuelco (o revuelco) en la historia de la cama, jeje... Buena la fiesta eh, saludos! ;-)
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