viernes, enero 11, 2008

De albercas y dientes voladores

Siempre tuve nana, desde que tengo uso de memoria. Recuerdo que ella me atendía hasta el más mínimo detalle, y yo, en tal virtud, vivía tras sus faldas; eso, al menos hasta la hora de llegada de mi papá, tiempo en que salia de su delantal para atarme a la pierna de mi padre.

No obstante de contar con una persona dedicada a la atención de mis necesidades todo el día, mis padres consideraron debía asisitir a la guardería. No se si la personalidad ya viene determinada desde el momento de nacer o si se contruye y moldea por los acontecimientos que van determinando las etapas de nuestra vida. Parece que ya desde entonces mostraba poco interés por muchas personas, y en contraste, era muy arraigada a otras, pero mis progenitores decidieron enviarme con el propósito de que socializara, que conociera gente, que hablara más.

Simpática e hilarante la vida, la conocida Ley de Murphy aplicó también para el propósito de mis padres. Una vez que comenzé a asistir a la guardería infantil, conservé la serenidad frente al cambio de mis actividades cotidianas. También conservé las debidas distancias del resto de mi compañeros. Las pocas conversaciones desarrolladas las hacía para cuestiones muy limitadas, generalmente marcadas por alguna necesidad; o bien, para corregir o advertir alguna situación que me pareciese incorrecta; nada más.

El recreo no era la excepción. Contrario a las esperanzas de mis padres por que empezara a contar simpáticas de eventos ocurridos en la hora del recreo, no me congregaba con algún otro niño o grupo de ellos para disfrutar del esparcimiento al aire libre. En su lugar, prefería ir a las jardineras a buscar catarinas o lombrices. Otra de mis diversiones era pararme justo a la orilla de la alberca (que más bien era un chapoteadero, pero a ésas tiernas edades la percibía de dimensiones olímpicas), tomar suficiente impulso para brincar en su interior y finalmente, fingir que nadaba aventando brazadas mientras corría desplazándome de un extremo a otro. Importante resulta acotar que en obvio de que la guardería era de red de seguridad social gubernamental, no era ostentosa, por lo que había mucho pinche chapoteadero, pero siempre vacío; por lo que el agua que eventualmente se llegaba a alojar en la alberquita, era únicamente de lluvia. No obstante, jugar en el siempre me divertía.

Uno de esos días en que me encontraba ejecutando uno de estos inverosímiles chapuzones, un niño al que no vi, ni recuerdo, pasó corriendo justo a mi lado, aventándome al interior del depósito, al tiempo en que yo perdía totalmente el control de mi cuerpo. Aterricé con la cara, o más bien, con los dientes que no protegí debidamente por gritar de miedo mientras me acercaba al suelo.

No recuerdo dolor, pero entré en pánico una vez que me ubique en dimesiones y, que tratando de reincorporarme para averiguar quién había sido el autor de semejante fechoría, descubrí un riachuelo de sangre que tenía origen en mi boca. Acto seguido, vi la expresión atónita de mi maestra que, junto con niños y personal de la guardería, ya se habían empezado a juntar a mi alrededor para tener un buen lugar en la contemplación de los sucesos derivados de dicha partida de madre. - Búsquenlos- Dijo la Miss. Me pregunté a qué se refería, pero seguía tremendamente asustada por la sangre que seguía emanando, por lo que no tuve la claridad intelecutal suficiente para realizar hipótesis respecto del significado de dicha frase. Comencé a sorber la sangre que salía de mi boca, nunca me ha disgustado su sabor y era mejor tragarla que permitir que siguiera ensuciando por mi ropa. Al realizar los gestos necesarios para ir limpiando la sangre de mi boca para después tragarla, pasé la lengua por mis dientes. Algo no estaba bien, pude percibir su asuencia: El golpe me tumbó dos dientes!!!!!! los frontales superiores, desde luego.

Fue un shock! tanto, que no recuerdo si aparecieron los chingados dientes, si me los regresaron o se los dieron a mi papá cuando pasó alarmadísimo por mi.

De ese momento en adelante recuerdo muy pocas cosas. Sólo recuerdo que me preguntaron por el sabor de me preferencia en menesteres de paletas de hielo. Limón- contesté sin dubitación. Me comparon la paleta de limón y también recuerdo que la comí en frente de todo mi salón, disfrutando la envidia del resto de mi clase por no tener ellos una paleta de hielo. Ya no lloraba, sino que mi atención se encontraba totalmente enfocada en la degustación del manjar. En algún momento sospeche que me habían dado la paleta para que no me quejara tan firmemente con mis padres, casi solicitando la cabeza del personal en charola de plata, por su falta de cuidado; algo así como un jugoso cohecho, una generosa dádiva por mi ecuanimidad. Años después comprendí que no fue por ello, sino por detener la hemorragia.

A la llegada de mi padre al lugar, me retiré a mi hogar. No supe si se peleó con ellos o si sólo llego a salvar a su princesa en desgracia, prefieriendo dejar los reclamos para posterior ocasión. Sólo se que fuimos a casa, y que pasé mucho tiempo sobre su pecho, recostada viendo tele.

La hora de la comida llegó. Tacos Dorados de pollo. Me dispuse a llorar. Mi padre no sabía que pasaba, pero de la tranquilidad pasé a un estado de exhaltación evidente.

Papá de Profana: Que pasa princesa??? porqué lloras chatita??

Profana: Es que hay tacos dorados de pollo... y no los puedo masticar porque ya no tengo dientes. Buaaaaaaaaaaaaa! y si me muero de hambre por no poder comer???

Papá de Profana: (supongo que le causó hilaridad mi observación, pero en vez de reirse puso cara de absoluta empatía). Si puedes comer, sólo muerde de lado, así.- dijo mientras daba la mordida al taco con sus dientes laterales.

Profana: (Siempre preocupada por los modales, ja) Pero es que nadie come así, me voy a ver rara.

Papá de Profana: Yo voy a comer así de hoy en adelante para que no te sientas mal.

Y así fue. Él comió de lado por mucho tiempo, y años después, cuando a él le quitaron la sal por motivos de salud, yo dejé de comer sal en solidaridad y para devolver el favor (bueno, eso y que también lo amaba). Me cae que mi padre me enseñó más de lo que puedo estar consciente. Pero bueno, eso ayuda a saber de qué lado masca la iguana.

Moraleja: no nades en albercas vacías, y mucho menos trates de ejecutar intrincados clavados.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué tendrán (o tuvimos) los niños con los helados de limón? Están como los gatos con wiskas, según el comercial; o sensodine y los dentistas, según el comercial; o colgate y los otros dentistas, según el otro comercial.

¿Entonces del putazo viene lo de los sorbitos de tu blog? Me gustó mucho el post, mucho.

Jana dijo...

Que chido tu post... me acorde que en la primaria un dìa hacia mucho frio y sali a tomar agua, ya en el bebedero me fije que habia un charco echo hielo y pues como toda niña soñadora me imagine que estaba en las olimpiadas patinando sobre hielo.
Fui feliz por 5 min, hasta que zopas!!!!, me resbalo, mi frente topa con el bebedero y santo madrazo que me puse... como 1 mes con el ojo morado jajaj.

Anónimo dijo...

Me encantó tu post...
Entre risa y melancolía, me hiciste imaginar una escuincla de kinder chimuela con paleta de hielo y de la mano de su "héroe"...
Abarzo

Anónimo dijo...

jajaja hay profana tu siempre con los dedos llenos de razon. Amiga dejam contarte q estoy muy bien me fui de vacaciones con mi mejor amiga y ando encantadisima. te mando un abrazo

morgana dijo...

q cosa bella ...
y bueno esos recuerdos hemosos de la niñez son unicos...
tu post me ha humedecido los ojos...
un abrazo enorme... imagino el dolor que has debido sentir.. sin dientes y es que ahora estoy con una ortodoncia para corregir una ligira mala posicion de mis conejos, los laterales y uno de mis caninos (jaja un odontolologo no lo diria asi) y pues me quedan los dientes mas q sencibles... uuu y ni pensar comer ... (super lentito) y solo cosas suavitas

JL dijo...

Ufffff que dolor!!! que bueno que existen los dientes de leche, yo creo que la naturaleza es consciente de las babosadas que hacemos de niños jejejeje...

Saludos and smile =) jajaja...

Profana dijo...

Lear: Muchas gracias por decir que te gustó el post. Lo aprecio muchísimo. Nop,los sorbitos del blog se deben a que la palabra me fascina... es decir quizá algo muy cotidiano de una forma diferente y hermosa. No se, sólo me encanta la palabra.

Jane: jajajaja, ves? yo por eso no hago deporte, sólo te deja ojos morados o un hueco en donde en realidad deberían de ir los dientes!!

Prika: No mames, me elogias cuando me mencionas que mis palabras te hicieron imaginar eso, así fue, nomás te faltó un poco de sangre a la fotografía y ya estás!! y pos del héroe, que te puedo decir: los héroes son enormes, rudos y fuertes, pero siempre cariñosos (y como secreto te digo, a veces necesitan ayuditas!).

Princesa:Ojalá se vaya pasando el azote, qué bueno que te despejaste. Sobre todo, que bueno que te acuerdas de mi y me sigues visitando. Ya anímate y escribe otro que mantendremos super secreto! saz???

Morgana: Me crees si te digo que del dolor ya ni me acuerdo?? pero tienes razón, debió haber sido mucho, y lo pienso porque yo también estuve en tratamientos y siempre me acordaba de la mamá de mi dentista al día siguiente que lo visitaba. Que estés mejor!

JL: No lo había pensado así, pero cierto; Nature has misterious ways. Si no, ahora sería súper sexy usando mis dientes postizos. Benditos Dientes de Leche!!!!

Juan Luis Urribarrí dijo...

Wow!!! Lindo post, muy emotivo. Y veo que tuviste la dicha de tener un padre "retepadre" (creo que así lo dirían ustedes en México, según las telenovelas)

Sabes? Tocaste una fibra muy sensible en mí, ya que, como sé que ya tu sabes, el tema de la reciene ausencia de mi padre me mantiene con la piel ultrasensible. Post como este me recuerdan que debo mantener una actitud como la de tu padre con mi pequeña hija.

P.D: Los que tenemos hijos entendemos que, aunque ellos creen que nosotros somos unos héroes, en realidad los héroes son ellos.

Saludos desde mi Cantina